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Asesinado en Vitoria un teniente coronel mutilado

El teniente coronel de Infantería, Sergio Borrajo Palacín, de 68 años, que era el jefe provincial de Mutilados de Guerra de Alava, jefe muerto de un tiro en la nuca a las dos de la tarde de ayer, poco después de haber franqueado el portal del edificio donde residía, situado en el número 37 de la calle Los Herrán. No se tienen testimonios directos sobre el autor o autores . del atentado, aunque algunos vecinos de la víctima hablan de una sola persona que al parecer penetró en el portal, el cual fue abierto poco después por el mismo militar, que iba acompañado de un vecino que vive también en la quinta planta del citado inmueble.

Se cree que este único atacante esperó a que las dos personas citadas entraran en el portal y a continuación disparó un solo tiro en la nuca de la víctima, la cual le daba la espalda. La bala atravesó el cerebro del teniente coronel para después estrellarse contra una puerta tras romper un cristal. La víctima quedó tendida sobre una escalinata que hay a la entrada del portal.La calle Los Herrán tiene habitualmente intenso tráfico, que se incrementa a la hora en que ocurrió el atentado. Parece ser que esto facilitó la huida del agresor, que, según se dice, escapó corriendo a pie, la posibilidad de que un vehículo le esperara cerca del lugar quedó confirmada anoche, ya que la policía ha comunicado que se ha descubierto un Renault-5 de color verde que fue robado a punta de pistola poco antes de la hora de la agresión.

El señor Borrajo Palacín teniente coronel de la escala B, deja viuda y una sola hija de veintiún años. Había nacido en la localidad de San Joaquín, en Guatemala, residió más tarde en Galicia, de donde era oriundo, y posteriormente en Madrid a causa de su carrera militar. Llevaba en Vitoria catorce años, y desde hace bastantes estaba empleado en el citado cargo de las mutualidades de guerra. Precisamente las dependencias de esta entidad se encuentran en el edificio del Gobierno Militar de Alava, el cual se encuentra también en la calle Los Herrán a unos cuatrocientos metros del domicilio de la víctima.

El teniente coronel acababa de abandonar dichas dependencias para trasladarse a su domicilio donde sufrió el atentado. Este recorrido lo solía hacer habitualmente deteniéndose en un bar que le cogía de paso a tomar el aperitivo. La esposa del fallecido no se enteró de lo ocurrido hasta que la víctima fue trasladada al depósito, ya que parece ser que el ruido del disparo y de los cristales sólo fue oído por los vecinos de las primeras plantas, que cuando bajaron al portal se encontraron tendido en las escalinatas al señor Borrajo. A los pocos minutos apareció un coche del 091, que al parecer había sido avisado por el acompañante del militar.

Se da la circunstancia de que la hija del señor Borrajo y su prometido llegaron al portal donde ocurrieron los hechos poco después del traslado del cadáver. Estos han asegurado que no se habían recibido en ningún momento anónimos ni llamadas telefónicas amenazantes y que políticamente el señor Borrajo se manifestaba de una forma imparcial y neutra, sin que se le conociera tampoco, ningún acto de significación de ningún signo. Les sorprende el hecho de que si los autores del atentado buscaban infligir un golpe al Ejército como institución no hayan buscado una persona de mayor relevancia profesional y sobre todo un militar que estuviera en activo. Y si los motivos de la agresión son personales no se los pueden explicar.

La policía comunicó ayer también, que se encontró en el lugar de los hechos un casquillo de munición Geco nueve milímetros Parabellum.

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La capilla ardiente ha quedado instalada a media tarde en el Hospital Militar de Vitoria. Numerosas personalidades han desfilado por el lugar, entre ellas el capitán general de la VI Región, teniente general Sanjurjo, y el consejero de Interior del Consejo General del País Vasco, Txiki Benegas. El funeral se anuncia para hoy, a las seis de la tarde, en la catedral de María Inmaculada, de Vitoria. El entierro tendrá lugar a las 4.30 de la tarde en el cementerio Santa Isabel.

A la hora del cierre de esta edición nadie había reivindicado el asesinato, en torno al cual se produjeron unánimes comunicados de condena.

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