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Tribuna
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El "spot"

El pasado domingo TVE emitió por el primer canal, entre las, 21.45 y las 22.30, nada menos que 31 anuncios en tres bloques de aproximadamente cinco minutos cada uno, antes y después de la segunda edición de Noticias.

De esos 31 spots en tres cuartos de hora o de esos quince minutos de publicidad en menos de 45 minutos, las marcas agrupadas por sectores quedan así: trece spots de bebidas (doce de ellas alcohólicas), seis spots de electrodomésticos, cuatro de alimentación, tres de textil y vestimenta, dos de tabacos, uno de farmacia, uno de finanzas y uno del sector automóvil.

La soporífera cadena de los programas de TVE respira gracias a las interrupciones para emitir publicidad. Pese al cúmulo de clichés horteras, incitación al consumo, al alcoholismo, el machismo de los mensajes y el sabor a multinacionales, en ningún programa se produce mayor identificación con el consumidor que en el spot. Los niños, sin programas, no tienen más recurso que las pilas de energía de los aditivos lácteos, no tienen más identificación que los muñecos y guerreros de plástico. Ningún programa transmite la libertad y el frescor de la aventura americana de los tejanos. La provocación erótica de los wrangler es mucho más exquisita que la insinuación política de los telediarios. Los movimientos y modas de Mayte Morales son penosa humillación para las tres Marías de las 625 líneas. Las chicas que se bañan en geles y champagne jamas pasarán los púdicos apuros de Rafaella Carrá con su reggiseno en Fantástico. Albino Fernández, el criador de canarios, recita mejor que cualquier actor de los dramáticos. Y doña Gertrudis o doña Angela Muñoz son más persuasivas que las locutoras de continuidad y que veinte Mayra Kemp a la hora de vender productos. Etcétera.

Los spots son los mejores programas que tiene actualmente TVE, su verdadero bouquet. Y esto pese a que mientras la inversión de las firmas desciende en la prensa, se incrementa en TVE en un 26,6% de 1976 a 1977.

Hoy, por una cruel involución de los directivos y de las ofertas de programas, el spot se ha convertido en salvaguarda de esta TVE. Una televisión para ver con los ojos cerrados. Y hasta en garantía de proceso democrático. Porque falta de programas válidos sobre la Constitución imaginémonos qué sucedería, en estas últimas y calientes horas, si desapareciesen de los hogares los spots de la campaña constitucional y la invitación al voto libre.

Si en estos momentos desaparece la publicidad, TVE dejaría de percibir 31,5 millones diarios de pesetas (según datos de 1977). Se produciría la quiebra financiera, que es lo de menos cuando se trata de una gestión económica catastrófica, y se desmoronaría el edificio entero de programas. Quedaría al descubierto la nulidad estética de los creadores, echaríamos de menos la bondad de lo breve y, sobre todo, florecerían las empresas periodísticas. Pero esto no sería bueno para TVE.

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