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La tortura de prisioneros suele hacerse en colaboración con médicos

Juan Cruz

Un grupo de doctores daneses denunció ayer en Londres que médicos de todo el mundo cooperan en la tortura de prisioneros para hacerla más sofisticada y peligrosa. El equipo investigador, que ha realizado su trabajo principalmente con ex prisioneros chilenos y griegos y también con argentinos y uruguayos, aceptó la sugerencia de estudiar el fenómeno en España y Portugal.

La tortura es una enfermedad que los médicos deberían tratar con igual celo que cualquier otro mal. Sin embargo, hay doctores en muchas partes del mundo que, en lugar de trabajar para erradicar tal enfermedad, cooperan con los torturadores para extenderla y hacerla aún más peligrosa. La denuncia la hizo ayer en Londres un portavoz del grupo de doctores daneses que ha estudiado la aplicación de la tortura en Chile y en Grecia y sus efectos en los 67 ex prisioneros cuyos casos ha investigado.Aunque el informe, presentado por los propios doctores en una reunión de Amnesty International se refiere sólo a Chile y Grecia. El equipo que lo ha realizado explicó ayer que seguiría investigando en otras áreas en las que la tortura se ha aplicado. Aceptaron una sugerencia para estudiar el fenómeno en países que han abandonado sistemas dictatoriales y cuyas presentes o futuras autoridades estén dispuestas a permitir tal investigación. España y Portugal fueron los países citados. De hecho, uno de los elementos que llevaron a estos médicos daneses a estudiar las implicaciones que colegas suyos han tenido con torturadores en diversos lugares del mundo fue una carta de la española Eva Forest acerca de los doctores que colaboraron en la tortura que sufrió.

En los casos de los ex prisioneros griegos y chilenos, al equipo que ha hecho el informe no te cabe duda ninguna de que las diferentes formas de tortura utilizadas sobre sus cuerpos tuvieron que ser aplicadas con ayuda médica. En Grecia los médicos no tomaban parte directa en la tortura, pero definían hasta qué punto una víctima podría soportar la tortura sin peligro de muerte. «Una mujer que sufría poliomielitis fue visitada por un médico, que decidió dónde debían ser colocados los electrodos, de modo que la tortura fuera efectiva, pero no mortal.» En Chile los médicos inyectaban drogas a los prisioneros antes de que se les sometiera a interrogatorio político. En Montevideo, en el hospital militar, se dice que las víctimas de torturas recibían drogas que provocaban su paralización muscular y su sofocación.

El uso de la electricidad y de las drogas es el método preferido por los torturadores, porque no deja huellas visibles en las víctimas. Sin embargo, los efectos sicológicos de ese tratamiento son muy graves, como demuestran en su estudio los médicos daneses. Tales efectos se extienden a los propios hijos de los torturados, que también han sido examinados por los científicos daneses. La gran mayoría de los 67 individuos estudiados presenta ahora síntomas de enfermedad síquica.

El grupo de trabajo espera que «la larga serie de monografías» que va a publicar sobre el tema alerte a la opinión internacional, que debe pronunciarse no sólo contra la tortura, sino contra los doctores que usan sus conocimientos para apoyar las actividades represivas de las fuerzas políticas que la ordenan. Según el doctor Jonathan Miller, uno de los miembros del grupo que presentó ayer su primer estudio, la enfermedad de la tortura no comienza cuando una persona muestra los síntomas de haber sido maltratada. El proceso se inicia mucho antes: cuando un hombre decide que debe castigar a otro para causarle dolor. El efecto sicológico de esa acción es inmenso para uno y para otro.

Para el doctor Miller, «se están ahora dando los primeros pasos para el estudio de un síndrome cuyo conocimiento será común en el futuro».

Los griegos y los chilenos estudiados por el grupo de trabajo fueron entrevistados por estos profesionales de la medicina cerca de cinco años después de que les fueran aplicadas las torturas. Ellos fueron los elegidos «porque las dictaduras de ambos países han producido exiliados y así ha sido fácil el acceso a los ex prisioneros». Para reconocer los efectos de la tortura, los médicos han usado técnicas muy sofisticadas, obligadas por la propia sofisticación de los métodos utilizados por los torturadores y sus colaboradores, asimismo científicos. A raíz de este estudio, los doctores daneses creen haber llegado a una forma de diagnosis de la tortura.

Neurología clínica

Entre los elementos utilizados para llegar a esa definición figuró la neurología clínica, con la que advirtieron que el 84% de los chilenos analizados habían sufrido choques eléctricos en la cabeza y en los genitales, mientras que el 83% de los griegos, que no fueron sometidos a tortura eléctrica, fueron víctimas de un método llamado falanga, que consiste en golpear sistemáticamente las plantas de los pies. El 60% de ambos grupos presenta ahora problemas mentales graves. Lo que los doctores quieren estudiara partir de aquí es la forma de prevenir el carácter crónico de esas enfermedades mentales provocadas.Los efectos más comunes entre los torturados son ansiedad, irritabilidad, depresión, pérdida de la memoria, falta de concentración, problemas de insomnio y dolores de cabeza. En ninguno de los casos los médicos daneses hallaron restos de aplicación de los mismos métodos que la policía británica usó en el Ulster en 1971 y por los que este país ha sidojuzgado ante el Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo. El uso del ruido blanco, aplicado por estas fuerzas de seguridad, no ha sido investigado por los doctores daneses, que en su conferencia de prensa de ayer indicaron que están dispuestos a ir a cualquier lugar del mundo, del Este o del Oeste, a seguir su cruzada.

A pesar de que el informe trata de descubrir el colaboracionismo prestado por médicos en el uso de la tortura en Grecia y en Chile, hay apéndices en los que los doctores daneses estudian también casos de torturas en Argentina y, Uruguay.

Conclusiones

Entre las conclusiones que se hacen en el estudio figura un llamamiento a los Gobiernos que se enfrentan a la tortura como sistema para que cooperen en la creación de un fondo con el que se investiguen todos los aspectos de esta grave enfermedad. La Organización Mundial de la Salud tiene una obligación especial con respecto a esta iniciativa, dicen los doctores daneses, los primeros del mundo en hacer un análisis sistemático de las causas y las consecuencias del maltrato de prisioneros.En cuanto al colaboracionismo de los médicos en el proceso de la tortura, sus colegas reconocen que en algunos casos no les ha quedado más remedio que prestar esa colaboración, sobre todo cuando se ha tratado de médicos militares. «Nosotros debemos darles apoyo moral y animarles a rechazar su implicación en tales actividades.»

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