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Nadal: “Claro que dudé, no soy un arrogante”

El mallorquín encara esta semana el Godó habiendo recuperado su mejor juego y esperando no sufrir lesiones

Nadal, junto a Marc López, durante un acto en el estadio de Montjuïc.
Nadal, junto a Marc López, durante un acto en el estadio de Montjuïc.ALEJANDRO GARCÍA (EFE)

Estaba serio cuando entró en la sala de conferencias del RCT Barcelona, pero al mismo tiempo satisfecho por todo el trabajo realizado desde el inicio de la temporada y especialmente por su décimo triunfo en el Masters 1000 de Montecarlo. Rafael Nadal no esconde sus emociones y sus sentimientos cuando se sitúa frente a un micrófono. Y en su presentación en el Open Banc Sabadell-Trofeo Godó, donde aspira a conquistar también su décima corona, confesó que estaba contento con la trayectoria de este año y agregó que su mejor margen de mejora sería no sufrir ninguna otra lesión.

“Tanto Federer como yo llevábamos dos años sin poder desarrollar nuestro mejor tenis y, en cambio, Murray y Djokovic mantenían una gran regularidad. Ahora parece que las cosas han cambiado un poco, porque Roger y yo hemos regresado con más fuerza y ellos quizás no están tan regulares”, señaló Nadal, que por la mañana había asistido a un acto en el Estadio Olímpico para rememorar con Antonio Rebollo el lanzamiento de la flecha que encendió el pebetero y dio inicio a los JJOO de Barcelona de 1992, hace ahora 25 años. “Siempre hay margen de mejora, si no sería aburrido. La perfección no existe. Mi mejor margen de mejora sería no tener lesiones en todo el año. Habrá días mejores y otros peores, y quien sea más regular obtendrá más éxitos”.

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El manacorí confesó que en la final de Montecarlo lo había hecho casi todo bien. “Hice un gran partido, saqué mejor de lo habitual, mi drive y mi revés funcionaron muy bien y me moví con mucha rapidez”, comentó. “El primer día me costó adaptarme, como es lógico, pero a partir de ahí cada día fui creciendo hasta la final. Naturalmente, estoy muy contento de lo que he logrado. Ganar diez veces en Montecarlo no es nada fácil. Desde que gané en 2005 por primera vez, mis sensaciones fueron fuertes, porque después de los Grand Slam era uno de los torneos que siempre había soñado. Y ahora, ganar el décimo fue muy especial, algo para valorar y disfrutar”.

La victoria en Montecarlo convirtió a Nadal en el único tenista de la historia que ha ganado 10 veces un mismo torneo y también en el que más títulos posee en tierra batida. Sus 50 coronas le permiten sobrepasar a Guillermo Vilas, con quien había mantenido la igualdad hasta el pasado domingo. Además, con 70 títulos es el quinto jugador que más acapara en la historia de este deporte: Jimmy Connors (109), Ivan Lendl (94), Roger Federer (90) y John McEnroe (77), le preceden. Por último, le permitió acercarse a los 30 títulos de Novak Djokovic en los Masters 1000. Rafa posee ahora 29.

Al analizar su trayectoria en los últimos años, Rafa fue muy concreto. “Claro que dudé en algunos momentos, no soy un arrogante”, indicó con contundencia. “Las dudas son parte del ser humano, pero no me quitan la ilusión, ni me llevan a pensar que las cosas no volverán a salir bien como ahora están saliendo”. Y agregó: “He sufrido lesiones que no me han permitido entrenar bien y desarrollar mi mejor tenis. Y el año pasado, empecé mal la temporada porque cambié el cordaje de mi raqueta y la cosa no funcionó. Después, cuando volví al cordaje habitual, me recuperé, pero luego sufrí una lesión en la muñeca que me impidió jugar bien. Fui a los JJOO sin muchas ganas, aunque las cosas salieron mejor de lo esperado (ganó el Oro en dobles), y jugué el Open de Estados Unidos antes de decidir descansar y recuperarme”.

Libre de lesiones, Nadal regresó al trabajo. Y cuando inició esta temporada pudo comprobar que había recuperado su mejor nivel de juego y mental. “Ahora me siento bien. Descansaré, tocaré bolas hoy con poca intensidad, entrenaré más fuerte mañana y el miércoles, a luchar de nuevo en la pista”, señaló. “Ni las grandes victorias, como la de Montecarlo, ni las derrotas más inesperadas me desestabilizan. Intento que la euforia no me afecte en exceso. Siempre mantengo los niveles de alerta altos para no despistarme. Por tanto, si algo no va bien en Barcelona o los próximos meses no será porque yo no haya puesto lo mejor de mí mismo, sino porque mi rival habrá jugado mejor”.

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