Marcus Cooper Walz, oro en K1 1.000
Remontada del palista nacido en Oxford y afincado en Mallorca, que da el sexto metal al equipo español
“¡Es muy fuerte esto, es muy fuerte!”, no paraba de repetir Narciso Suárez, responsable de las categorías inferiores del piragüismo español. El hombre que vio crecer a Marcus Cooper Walz –“llamadme como queráis, Marcus, Cooper, Walz, da igual, en el ambiente me conocen como Cooper”- no paraba de llorar. Tampoco el presidente de la Federación balear, Juan de Salabert. “No nos esperábamos el oro para nada, pero para nada, pensábamos en un bronce peleado”, decía con el tembleque en las manos. Igual que el que tenía Fiona, la madre de Marcus, que se separó de la familia (tío y otra hija) durante la carrera porque quería verla solita y no escuchar comentarios de nadie. “Mi madre me ha dado el abrazo más grande que me ha dado nunca. Es como si la tuviera en la piragua conmigo”, contaba Marcus, después de bajar del podio. Ganó el oro en el K1 1000 con 21 años tras una espectacular remontada.
Marcus tiene padre inglés y madre alemana. Nació en Oxford –“yo me fui a Mallorca con cinco años, Marcus nació por casualidad en Inglaterra, estábamos allí por el trabajo de mi padre”, explica Fiona-, pero se trasladó a Mallorca cuando tenía 3 meses. Dice que su corazón es español, que siempre se ha sentido español ya que se entrenó y compitió siempre en España. Sin embargo, la nacionalidad la consiguió solo en 2015. Los trámites se retrasaron mucho. “Si lo sé, me vengo a que nazca en Mallorca, no en Oxford...”, bromeaba la madre en el Lagoa Stadium bajo una solana tremenda en la que el sudor se mezclaba con las lágrimas.
Marcus tiene 21 años, una edad, en el piragüismo, en la que nadie entra en las quinielas para las medallas. Mucho menos si el K1 1000 ni siquiera es tu categoría –él ha ganado mundiales y europeos sub- 23 en el K1 500, categoría no olímpica- y aún menos si el 2015 fue tu peor año. Cooper consiguió la plaza olímpica el pasado mes de mayo. Nadie apostaba por él. Hasta que le vieron reventar la carrera.
“Ha dejado a todos flipados, pero no solo a nosotros, también a los rivales. La inteligencia táctica que tiene a su edad no es normal. Es el polluelo del equipo y míralo, ha ganado el oro”, explicaba Suárez. La plata fue para Josef Dostal y el bronce para Roman Anoshkin.
Salió como un cohete Cooper desde la calle 7. Pasó segundo los 250 metros, quinto a 2,81s del líder los 500 y también quinto a más de dos segundos (2,05s) cuando faltaban 250. “Tío nos vas a dar un ataque a todos si sigues compitiendo así”, cuenta Suárez que le dijeron los técnicos después de la semifinal. “Sale rápido, se pone cómodo paleando delante de todos, luego se relaja, baja un poco el ritmo entre los 350 y 600 metros y después, después es impresionante”, añadía Suárez todavía incrédulo por lo que acababa de ver en las pantallas gigantes.
¡¡AHÍ ESTÁ!! ¡Histórica medalla de #ORO de @MarcusWalz! El K1 1000m español sigue teniendo FUTURO #TeamESP pic.twitter.com/BCMzRP9mO6
— CSD (@deportegob) August 16, 2016
“Me di cuenta de que había ganado solo cuando crucé la meta. Sentía que estaba ahí. Normalmente, a mitad de carrera se me van los rivales y tengo que pelear mucho para alcanzarlos. Hoy me he dicho: venga, arriba. Y tan arriba que fui”, comentaba Marcus después de escuchar el himno de España. “Creía que me iba a costar conseguir una medalla y he ganado el oro, es una pasada. Es una pasada ganar un oro con 21 años. Yo estaba focalizado en Tokio 2020 donde se rumorea que mi distancia, el K1 500 será olímpica. Es una pasada lo que he hecho. Todavía estoy en una nube, es la mejor regata de mi vida”, decía.
La regata perfecta que deja atrás todos los problemas que tuvo en 2015. “Fue el peor año de mi vida, caí en lo más bajo, no conseguía resultados e iba arrastrando malas sensaciones psicológicas. Fue un tema sobre todo mental. En enero me dije: venga, más bajo ya no se puede ir, lucha, entrena e inténtalo, sí o sí”, confesaba el palista español. Dicen los que le ven a diario en la Blume que tiene la cabeza muy bien amueblada y que es un trabajador. El lunes consiguió acostarse pronto después de ponerse en las manos de su fisio de confianza, David Rivera. A él, a su familia y también a Joel Badía, el primer técnico, el que lo inició en el piragüismo, le dedicó la medalla.
Tío nos vas a dar un ataque a todos si sigues compitiendo así
Marcus empezó con el piragüismo por juego, un amigo suyo le animó a que probara cuando tenía 12 años. Una manera como otra para huir del calor del verano. “Salí por el puerto, veía peces. Me lo pasaba bien y veía que me ponía fuerte físicamente que era lo que quería", recordaba en la zona mixta. “Funcionó casi desde el primer día. La hermana también empezó con la piragua , pero lo dejó”, aseguraba la madre. Su hijo antes había probado con el fútbol y el baloncesto, pero no se enganchó.
En el club náutico de Portopetro empezó su cuento de hadas. “No había ni una ría allí, era una simple entrada al mar, allí se entrenaba”, explicaba Suárez que con 16 años le vio ganar el campeonato español de cadetes en Castelldefels. Por entonces, año 2010, Marcus ya se había trasladado a la Blume de Madrid. “Ganó su distancia [500] con un tiempo de 3m 47s, algo brutal para su edad”, apunta Suárez. Este martes le metió 0,69 segundos al palista de República Checa que fue plata y un segundo y nueve al tercero.
“Es humilde, afable, es el Nadal de la piragua”, decían en la zona mixta. La madre asegura que también se esmera en las tareas de casa. “Es introvertido, tiene sentido del humor y piensa mucho, salvo en la piragua, el único sitio en el que le veo impulsivo”. Tanto que esta mañana casi provoca un ataque al corazón a toda la expedición española.
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