El paréntesis necesario de Djokovic
Tras un arranque de curso de alta exigencia, Nole vuelve a Madrid tras haber jugado solo un partido sobre tierra este año. "Nadal es definitivamente el hombre a batir", despeja el número uno
Eran casi las cinco de la tarde y Novak Djokovic, después de entrenarse y atender a la prensa, aún apuraba su comida. El serbio departía placenteramente junto a su responsable de comunicación y su equipo técnico, Boris Becker y Marián Vajda. Se alargaba la sobremesa, hasta que un nuevo compromiso mediático obligó a ponerse en marcha de nuevo al número uno, al que no se le veía desfilar por las entrañas de la Caja Mágica desde hacía tres años, cuando abandonó la pista central entre los silbidos del público madrileño. Aquella madrugada, con la grada volcada a favor del búlgaro Grigor Dimitrov, hizo mella en la moral de Nole, que este año decidió pasar página y reincorporar Madrid a su calendario.
“Echaba en falta la ciudad y el torneo”, indicó cuando fue preguntado sobre su ausencia. “En 2014 tenía una lesión y la temporada pasada, desafortunadamente, no encajaba en mi planificación, por eso no vine. Me alegro de poder estar de vuelta”, exponía el número uno, relajado y fino como un alambre en la distancia corta, el hombre que prácticamente ha monopolizado la victoria a lo largo del último año y medio. Una exclusividad que, independientemente de los trofeos y la gloria acumulada, tiene peaje.
Desde hace tiempo, Djokovic ha emitido señales de que su cuerpo y su mente se han desgastado. Lo hizo a comienzos de marzo, cuando tras un partido de la Copa Davis contra el kazajo Mikhail Kukushkin, prolongado casi cinco horas, expuso: “No sentía las piernas. El público me ha resucitado de entre los muertos”. Repitió un mes después, tras caer desplomado en su primera aparición en Montecarlo, contra el checo Jiri Vesely: “Me siento muy cansado, necesito unas vacaciones”. E incidió en el tema ayer: “He podido estar en casa, disfrutar de mi familia y cargar las pilas. Ha sido fantástico tener unos días libres”.
Nole y el principio jerárquico
No oculta Djokovic que el paréntesis era necesario. El serbio, con cuatro títulos ya en su bolsillo en este 2016, ha disputado este curso 30 partidos, pero solo uno de ellos fue sobre tierra batida. Durante su breve desconexión, de forma paralela, el jugador que más domina esa superficie, Rafael Nadal, ha levantado dos cetros (Montecarlo y Barcelona) y sumado rodaje. El español afronta la cita en Madrid revigorizado y con 28 partidos en su ficha anual, 17 de ellos sobre arcilla (entre Buenos Aires, Río de Janeiro, Montecarlo y Barcelona). “Él hace su camino y yo el mío. Me preguntáis mucho sobre él, pero creo que os estáis equivocando”, remarca el de Manacor, intentado disociar la trayectoria de uno y otro.
Djokovic, mientras, alude al principio de la jerarquía. “Rafa es definitivamente el hombre a batir. Sobre tierra, él es el principal rival”, despejó. “El año pasado no hizo la campaña a la que estamos acostumbrados, pero ahora está a un nivel mucho más elevado”, precisó Nole, fresco y despejado tras su última estadía en casa.
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