'Master of None', una nueva voz
Master of None no ha hecho apenas ruido. Llegó a Netflix de puntillas, a la sombra del muy esperado estreno de Jessica Jones. Pero esta serie ha conseguido hacerse un hueco en las conversaciones seriéfilas atreviéndose con un género, el de la comedia de autor, que en la actualidad cuenta con voces tan originales como la de Louis C.K. o Lena Dunham.
Aziz Ansari, creador y guionista, junto a Alan Yang, y protagonista de Master of None no es nuevo en este territorio. Conocido en el mundo de las series por ser parte del elenco de Parks and Recreation, Ansari tiene experiencia en el formato cómico, los monólogos y los sketches. Ahora intenta dar voz a una generación de treintañeros, la suya propia, que trata de salir adelante en un mundo cambiante y en constante reformulación. En cada uno de los diez capítulos de media hora, Ansari indaga desde distintas perspectivas en la vida moderna y en la relación de su generación (y la anterior, como en el gran episodio dedicado a sus padres y los de un amigo) con grandes cuestiones de la vida y los pequeños problemas del día a día.
Como es habitual en este tipo de historias de autor, Master of None se mueve en la fina línea entre la comedia y el drama. Y lo hace a través de la historia de Dev, un joven de origen indio residente en Nueva York, y los amigos y conocidos que tiene en su entorno. Tras unos primeros capítulos en los que cuesta un poco entrar (algunas interpretaciones no ayudan precisamente a dar credibilidad a la historia y sacan al espectador fuera del relato), la segunda mitad de la temporada funciona mejor gracias, en parte, al desarrollo de la relación entre Dev y Rachel. Camuflada con tintes de comedia romántica, la serie se atreve a ahondar en cuestiones como las relaciones en los tiempos modernos, los estereotipos o los roles de hombres y mujeres.
Master of None habla con honestidad, de forma directa, sin rodeos, con ciertos tintes inevitablemente amargos pero con sentido del humor. Y mientras, trata de dejar un poso que haga reflexionar al espectador tras cada episodio. Le cuesta un poco encontrar su tono, pero una vez superados los primeros escollos, su visionado es más que agradable. No te da las bofetadas de Louie ni odias tanto a sus protagonistas como en Girls. Pero siempre es de agradecer los esfuerzos por ofrecer algo diferente a lo de siempre. Master of None lo hace y, cuando se lo propone, lo logra con nota.
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