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Éxtasis chino en el ‘top-manta’

Los 2.500 empleados de la empresa Tiens recorren Barcelona ante la decepción de algunos comerciantes por su falta de vigor gasto

Daniel Verdú
Una pareja de chinos compra ropa a un mantero delante del MNAC.
Una pareja de chinos compra ropa a un mantero delante del MNAC.Gianluca Battista

El autobús descarga la primera oleada de turistas chinos a las nueve y media de la mañana. Tienen cita en La Pedrera durante todo el día en grupos de unos cincuenta. Forman parte de los 2.500 empleados de la empresa Tiens, cuyo millonario jefe —el magnate Li Jinyuan— ha premiado con unas vacaciones de cinco días en España a sus mejores trabajadores. Pero solo bajarse, todos ignoran el edificio de Gaudí y salen disparados hacia la joyería Rabat, donde empiezan a embutirse entre las dos puertas de seguridad. La mayoría lleva una foto en el móvil de lo que quiere. Hay prisa y, según cuentan quienes les atendieron, no tanto dinero como imaginaron los comerciantes cuando se anunció su llegada. Uno compra y 10 más asisten al espectáculo apoyados en el mostrador y jaleándoles como si fuera la mesa de la ruleta. “No veas cómo han dejado los lavabos”, desliza uno de los dependientes.

Un grupo de empleados de Tiens apelotonados entre las puertas de seguridad de la joyería Rabat.
Un grupo de empleados de Tiens apelotonados entre las puertas de seguridad de la joyería Rabat.Gianluca Battista

Llegaron el domingo por la mañana a Barcelona con camisetas y gorros azules procedentes de Madrid: 20 vuelos, 70 autobuses, cuatro trenes AVE y 1.650 habitaciones de hotel. El plan era ver monumentos y salir de compras. Pero ni lo primero termina de interesarles —mejor los toros de Moralzarzal, admiten— ni lo segundo, sustentado en el poder adquisitivo de una masa social más bien tirando a humilde, termina de imponerse. Así, la anunciada visita al MNAC se transforma en otro tipo de acontecimiento. El museo, como todos los lunes del año, cierra. Oliendo el negocio, un grupo de manteros paquistaníes despliega su arsenal de productos falsificados made in china y conquista definitivamente la voluntad de la expedición en una especie de éxtasis colectivo. No dejan nada.

Tiens es una holding de empresas con cierta estructura piramidal y familiar. El padre llama al hermano, y este al primo y el otro al cuñado, según cuenta Ge Li, cuya familia entera trabaja con ella desde hace 15 años. Tienen incluso una universidad a la que acuden algunos parientes o futuros trabajadores. Gary Mai, un empleado de 30 años con las cejas pintadas y unas gafas a lo CR7 presume de estar en el escalafón más alto de la compañía. Quizá por eso se muestra impasible ante la excitación mantera de sus acompañantes. Él quería haber ido al derbi del domingo en el Camp Nou, pero les han puesto demasiadas actividades, señala. Sin embargo, hay un lugar al que todos desean ir por encima del resto y que logra unir sus deseos.

Conste que a la mayoría de consultados les gustó más el plan de la Costa Azul del año anterior. Pero La Roca Village es el plato fuerte del viaje a Cataluña. Durante el día los autocares recorren los 40 kilómetros que separan Barcelona del gran templo del outlet, que aguarda con carteles de bienvenida a los chinos. Llegan los primeros con las mochilas colgadas en el pecho. El guía les ha dicho que es un lugar peligroso. “Nos han recomendado no salir por la noche del hotel”, señala uno de ellos. Otros se hacen fotos con un seto con forma de elefante mientras empieza a jarrear.

Nos recomendaron no salir por la noche”, señala uno de los visitantes

En el interior de las tiendas, los vendedores esperan en guardia. Todos han contratado a un chino para atender a sus compatriotas. Irrumpen 40 de golpe en Lupo, un local de bolsos y billeteras. Huelen y frotan la piel como sacándole lustro, revuelven todo y blanden al aire la calculadora para regatear y calcular el precio final sin impuestos. Los dependientes alucinan. “Cada vez es así”, analiza uno.

Algunos de los empleados de Tiens en la tienda del Barça de de La Roca Village.
Algunos de los empleados de Tiens en la tienda del Barça de de La Roca Village.Gianluca Battista

Al salir de la tienda, una mujer lanza un salivazo al suelo que apenas esquiva su acompañante. Junto a ella, una señora mayor busca desesperadamente un lugar donde vendan el bolso de Vuitton que lleva fotografiado en el móvil. Falta poco tiempo. La jornada termina. Las camisetas azules lucen ya algún nuevo lamparón y queda solo el gran colofón: la tienda oficial del Futbol Club Barcelona. A las 5.30 empiezan a despegar hacia su casa. Los que vendan más este año volverán a viajar.

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Sobre la firma

Daniel Verdú
Nació en Barcelona pero aprendió el oficio en la sección de Madrid de EL PAÍS. Pasó por Cultura y Reportajes, cubrió atentados islamistas en Francia y la catástrofe de Fukushima. Fue corresponsal siete años en Italia y el Vaticano, donde vio caer cinco gobiernos y convivir a dos papas. Corresponsal en París. Los martes firma una columna en Deportes

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