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Columna
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Una joya

Rosa Montero

El protagonista de Avatar es un soldado paralizado de cintura para abajo. En su mundo futurista esa parálisis tiene arreglo, pero sólo si eres rico; el soldado no lo es y está condenado a la silla de ruedas. Yo creo que con la salud y el conocimiento no se juega: hay un derecho inalienable a recibir educación y a ser curado. Que alguien pueda ser privado de un tratamiento médico esencial sólo por ser pobre es una barbaridad inadmisible. Y, sin embargo, en países como Estados Unidos es algo normal. Allí la gente vive aterrada por los costes de la enfermedad y trabaja para pagarse el seguro médico. No todos los seguros permiten todos los tratamientos y hay 40 millones de personas sin cobertura.

Contra todo esto lucha Obama, sólo para conseguir una mejora que quedará lejos de lo que tenemos en España. Porque nuestro sistema de salud es bueno. Bastante barato (un 11% del PIB frente al 17% de Estados Unidos) y con unos resultados médicos que lo sitúan entre los 10 primeros del mundo (EE UU está entre el 40 y el 50). Pese a sus fallos, la sanidad pública española es un logro monumental, y ahora están intentando desmantelarla. Y la ofensiva se apoya en la desvalorización de lo que tenemos. Un amigo médico lamentaba el reportaje de EL PAÍS sobre el vasco que se compró un hígado en China: "Parecía como si la sanidad española no te diera lo que necesitas y tuvieras que pagarlo fuera". Cuando lo cierto es que, como también apuntaba el texto, somos una potencia mundial en trasplantes; que se le negó un hígado por razones obvias (enfermedad tumoral muy avanzada); que los trasplantes en China se hacen sin garantías médicas (luego tuvo que ser internado aquí en estado crítico) y que este comercio favorece el asesinato y otros horrores. Entiendo al vasco: ante la muerte haces lo que sea. Pero recordemos que la sanidad pública es la joya de nuestra corona social. Y defendámosla.

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