"No es fácil ver a gente del PP tomando un trago"
De paseo por la calle de Eduardo Dato, la arteria peatonal más importante de Vitoria, su ex alcalde, el hoy diputado del PP Alfonso Alonso, siente aún los actos reflejos de sus ocho intensos años en el cargo: el contacto con la gente, incluso con aquellos que ideológicamente no le son próximos. "El político tiene que tener los pies en la tierra, sin dejarse llevar por la vanidad, y hay que saber que unos días estás arriba y otros, abajo".
El ex alcalde de Vitoria detesta la vanidad: "Unos días estás arriba, y otros, abajo"
A sus 41 años, este abogado, casado con una donostiarra que ahora espera su cuarto hijo, "también varón", sostiene en su mano derecha los primeros apuntes de la ponencia política que el PP vasco debatirá en julio para marcar su nuevo rumbo. "No nos vamos a romper. Es muy desagradable lo que está pasando, pero esto es un partido de 20 años de lucha y no es UCD".
Alonso, distendido, se siente cómodo en una mesa del bar, con cuyo dueño, Mikel Fiestras, bromea y al que incita a esmerarse en la cocina. "No soy un gourmet, pero me gusta la comida buena, porque forma parte de nuestra cultura, y respetar el producto natural de temporada". Y prueba de ello es que elige encantado unos pinchos sabrosos a estas horas de la mañana. Enemigo confeso "de los inventos raros", no entra, sin embargo, en la polémica Santamaria-resto del mundo, pero reivindica que "las cosas sepan a lo que realmente son".
Admite que no es fácil encontrar a cargos públicos del PP vasco compartiendo un trago. "Yo suelo salir y en este sitio convive todo tipo de gente con normalidad. Vitoria es acogedora, plural, tolerante". Es entonces cuando se acuerda de otras localidades "donde hay compañeros que sufren situaciones kafkianas porque se están jugando la vida".
Este hombre de la máxima confianza de Rajoy en el País Vasco, donde no quiere suceder a María San Gil, recuerda con tristeza cuando su hijo de nueve años presenció aquellos insultos a su padre en plena calle. "Lo pasas muy mal, aunque todavía no tienen edad para las grandes preguntas".
Mientras enciende otro cigarrillo rubio y mantiene firme la mirada como apoyo para reafirmar su verbo fácil, Alonso recibe con agrado que Ramón Garín, un amigo y miembro de la extinta Unidad Alavesa, le entregue un ejemplar de una revista taurina donde se reconoce el esfuerzo del ex alcalde por la recuperación de los toros en Vitoria. "No está mal que se acuerden de uno, ¡aunque sea para bien!", admite.
Ejerciendo de vitoriano, a Alonso se le cruzan los sentimientos cuando habla de otra de sus pasiones, el deporte. Ensalza al Tau, "que se merece de verdad ganar esta vez la Liga" y no oculta su intranquilidad por la suerte del Deportivo Alavés. "Estuve en el campo y si juegan así los partidos que quedan, nos salvamos".
Ahora en Madrid, "que nada tiene que ver con Vitoria", suspira porque el vacío de poder en el PP vasco no le vuelva a cambiar su nuevo ritmo de vida. "De momento no hago otra cosa que conocer los pasillos, los despachos, los asientos del Congreso, pero es un trabajo vibrante que no quiero dejar", enfatiza como aviso a navegantes.
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