"Me divierte el diálogo entre ética y tecnología"
Cumple con todos los buenos tópicos. En puntualidad, en formalidad, en seriedad. Y también en conocimiento de lo que habla, lo ha estudiado, lo conoce desde dentro. Algo no tan común en el caso de los políticos de primera línea que se dedican a la educación. Annette Schavan (Jüchen, 1955), una mujer de rasgos que tampoco mienten sobre su procedencia, lleva cuatro años al frente del Ministerio de Educación e Investigación alemán. Una ministra de Educación que ha cursado la carrera de Ciencias de la Educación es algo realmente inusual entre los ministros de esta área (lo es también que hayan hecho Magisterio) e insólito en la España constitucional.
Schavan, que es la primera vez que acude como ministra a España ("es un país atractivo, que forma del parte del núcleo de la tradición europea"), también ha cursado Teología y Filosofía. Hablando de estudios clásicos, recuerda que también la canciller alemana, Angela Merkel, es física. Le ha gustado la pregunta. Sonríe cada vez que ocurre. "En este sentido, nuestro caso es único en el mundo en estos momentos", dice con orgullo. "Me he beneficiado mucho de mi formación porque hablar de prosperidad no es sólo progreso económico y tecnológico y además hay que saber dar respuesta a temas éticos y de política social y explicar las oportunidades y riesgos de la modernización". A la ministra le gustan esas combinaciones. "Me divierte el diálogo entre la tecnología y la ética, entre la física y la filosofía, es algo que inspira mucho los debates políticos y es una tradición muy europea".
La titular alemana de Educación dice que hay que tomarse más en serio a los niños
Su ironía y la sonrisa cómplice vuelven al hablar de su plato alemán favorito. "La tarta, es maravillosa". Se queda claramente con la tarta Selva Negra, famosa en el sur de su país. "La comida forma parte de la cultura". La de ayer estaba compuesta de platos que llevó el catering de Fass, un restaurante típicamente germano de Madrid, a la Fundación Rafael del Pino porque la ministra no se sale de su ajustada agenda. Justo después imparte una conferencia allí mismo, organizada al alimón con la Fundación Conocimiento y Desarrollo (CYD), sobre los retos de las universidades en el siglo XXI. Es decir, va a hablar de la Declaración de Bolonia, la controvertida reforma que están abordando los centros superiores de la UE y de otros países (46 en total).
Expone un mensaje muy similar al de la ministra española de Ciencia e Innovación, Cristina Garmendia, sobre lo importante que es esta reforma para conectar a la Universidad con la empresa. En España hay miedo de que las humanidades se resientan. "Esta crítica ha sido común en todos los países", afirma mirando al camarero que entra con el café. Se nota que intenta ser natural, pero la agenda es tan ajustada que deja poca holgura para salirse del tema educativo. La reforma de Bolonia "no pretende ser una alternativa a la formación humanista", asegura.
El primer informe PISA de la OCDE sobre la situación de la educación fue casi demoledor para Alemania, y sorprendió más que en España, que tampoco salió bien parada. ¿Qué han hecho? Centrarse en los niños, en la educación infantil. "Es lo que va a permitir la revolución". "Hay que tomarse más en serio a los niños, su curiosidad y sus ganas de aprender".
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