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Columna
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Top secret

La arqueología tiene un límite. Lo inaccesible. Y hasta ahí parece haberse llegado en Alfacar, Granada, en la búsqueda de los restos de Lorca. Pero no se han hecho bien las cosas. En España, la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica ha realizado desde el año 2000, cuando se abrió la fosa de Priaranza, un total de 130 exhumaciones con el hallazgo de 1.146 cuerpos. Estos trabajos, en circunstancias muy adversas, han permitido la formación de un grupo altamente especializado de historiadores, forenses y arqueólogos. Las experiencias anteriores habrían sido de gran utilidad para la búsqueda en el barranco de Víznar. Pero en ningún momento este equipo de expertos ha sido contactado. Uno de los fundadores de la Asociación me cuenta que habrían acudido allí como voluntarios. Para empezar, explicarían que la de la tierra es una memoria muy laboriosa. En ocasiones, han encontrado fosas a 50 metros o más del lugar señalado por los testigos. El vacío que deja esta búsqueda fallida afecta especialmente a las familias de otras muchas víctimas, ellas sí deseosas de encontrar a los desaparecidos en esa zona de Víznar. La importancia del cuerpo de Lorca es que, en cierto modo, él era todos los cuerpos. Su asesinato encarna la derrota de la humanidad. Declarado el límite arqueológico de lo inaccesible, sólo hay dos bocas que pueden aportar luz. Una es la de la poesía: Lorca vivirá siempre. La otra es la justicia. Sólo una verdadera investigación judicial podría aportar luz. Encontrar alguna huella, algún vestigio, algún testimonio, algún documento secreto. Se sabe que el caso Lorca fue muy importante para el régimen. Top secret. Se trataría de borrar toda huella. Pero hay alguna pista. De todos los informes sobre fosas realizados para el Valle de los Caídos, han desaparecido los de las zonas próximas a Granada. Pero nuestra justicia, como bien saben, también ha chocado con lo inaccesible.

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