_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Metafísica

Últimamente las personas que conozco parecen estar adquiriendo la malísima costumbre de morirse, cosa que te hace percibir con especial agudeza la naturaleza fugitiva de las cosas. Que nuestra existencia no dura apenas nada, y que incluso esa vidita minúscula está constantemente amenazada, es una inquietante certidumbre que nos empeñamos en olvidar.

Éste es el origen, me parece, de la incapacidad que mucha gente tiene para quedarse sola. Porque en la soledad, y en la silenciosa calma del pensamiento, puedes escuchar a la muerte tictaqueando en tu interior como el contador de un taxi, corre que te corre hacia el despeñadero. De ahí nuestra propensión universal a las drogas, al barullo y al movimiento constante: todo con tal de no saber, no recordar, no oír.

Y de ahí también, me supongo, el formidable triunfo de los teléfonos móviles, una tecnología perfecta para el aturdimiento. Un azote creciente, o al menos yo nunca lo había notado tanto como el pasado verano. Ibas caminando por el campo en algún lugar hermoso, remoto y solitario, y de pronto, en pleno momento zen, te cruzabas con otro paseante que llevaba la chicharra incrustada en la oreja. O bien veías a una pareja sentada en un café, frente al mar, en una romántica mesita, y al fijarte advertías que cada uno estaba telefoneando por su lado, tan juntos y tan solos, metiéndose en la cabeza todo el ruido posible para no escuchar el latido del tiempo. ¡Pero si incluso dicen que, mientras Michael Jackson agonizaba, su médico parloteaba por el móvil, y que por eso no se enteró de lo que le ocurría! No enterarse de nada, ésa es la ambición de nuestros tiempos. No pensar, no vaya a ser que, si piensas, termines recordando que eres mortal y haciendo la metafísica ramplona que yo acabo de perpetrar en este artículo. Ustedes disculpen.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_