_
_
_
_
Reportaje:

IBM, al servicio del holocausto

Un libro describe cómo el régimen de Hitler clasificó a sus víctimas con material de la firma estadounidense

Enric González

Cada persona internada en los campos de exterminio nazi tenía una ficha informática. Se trataba de tarjetas perforadas, el material avanzado de la época. Si el interno era judío, su número clave era el 8. Si era homosexual, el 3. Si era gitano, el 12. Esas tarjetas, que permitieron al régimen de Adolf Hitler identificar, localizar y clasificar a millones de víctimas, eran fabricadas por IBM en Estados Unidos. Y los directivos de la compañía sabían perfectamente cuál era su uso en Alemania. Ésta es una de las afirmaciones contenidas en un libro publicado ayer en Nueva York bajo un título inequívoco: IBM y el holocausto: la alianza estratégica entre la Alemania nazi y la corporación más poderosa de América.

Más información
California abre las puertas a futuras indemnizaciones a los esclavos
Una 'web' invita a agredir a homosexuales y vascos de los que publica fotografías
IBM pide el cierre de un proceso por colaboración con los nazis que podría costarle 10.000 millones

La utilización sistemática de los ordenadores por parte de los nazis es bien conocida desde hace años. En el Museo del Holocausto de Washington se expone un ordenador de IBM empleado para elaborar el censo alemán de 1933. Se trata de un desarrollo de una de las máquinas creadas en 1890 por Herman Hollerith para la Oficina del Censo de Estados Unidos. Precisamente ante ese viejo procesador de datos, durante una visita al museo, al historiador Edwin Black se le ocurrió en 1993 investigar las relaciones entre Big Blue y el régimen de Hitler. Casi ocho años después, y tras haber contado con la colaboración de casi un centenar de ayudantes, el resultado del trabajo de Black contiene graves acusaciones contra IBM. 'El fundador y presidente de IBM, Thomas J. Watson, visitó Alemania regularmente entre 1933 y 1939, y puedo demostrar que estuvo en 1941 para organizar el traslado de algunas de sus máquinas a Rumania', afirma el historiador.

La primera consecuencia de IBM y el holocausto ha sido la presentación, el pasado viernes, de una querella contra la compañía. Michael Hausfeld, uno de los abogados estadounidenses que el año pasado consiguieron que Alemania creara un fondo de 5.000 millones de dólares (900.000 millones de pesetas) para indemnizar a trabajadores esclavizados en las factorías nazis, exige ante un tribunal federal de Brooklyn (Nueva York) que Big Blue compense económicamente a cinco clientes suyos supervivientes de los campos de exterminio. 'Hitler no hubiera podido identificar y detener de forma tan eficiente a judíos y otras minorías, para utilizarlos como esclavos y finalmente exterminarlos, sin la ayuda de IBM', declaró ayer el abogado.

En IBM llevan días preparándose para la tormenta. La compañía no emite ninguna reacción oficial, porque dice desconocer aún el contenido del libro y el de la querella. Pero el viernes publicó en su boletín interno, leído por sus 307.000 empleados en todo el mundo, una carta de aviso. 'Próximamente se publicará un libro', decía la carta, 'en el que se afirma que las máquinas tabuladoras Hollerith fueron utilizadas por el régimen nazi y en el que se especula sobre las actividades de la subsidiaria de IBM en Alemania en aquella época. Reconocemos que el tema es importante y muy doloroso para muchos ibemeros, sus familias y el conjunto de la comunidad mundial'. La compañía IBM añadía que facilitaría toda la información en su poder para aclarar sus relaciones con el nazismo. Gran parte del libro está basada precisamente en la correspondencia corporativa de la empresa, entregada desde hace años a las bibliotecas especializadas.

La filial alemana de IBM en los años treinta se llamaba Deutsche Hollerith Maschinen GmbH (Dehomag) y era la subsidiaria más rentable de 2 Big Blue. Durante la guerra siguió funcionando normalmente como una rama de IBM, pese a que el régimen nazi nombraba a sus directivos y a que Alemania estaba sometida a un bloqueo internacional. 'IBM siguió suministrando componentes y tecnología a Alemania no porque sintiera simpatía por los nazis, sino porque aspiraba a un dominio mundial del mercado informático', asegura Edwin Black.

Después de la guerra, Dehomag fue rebautizada como IBM-Alemania. La sociedad es uno de los principales contribuyentes al fondo creado hace unos años para indemnizar a las víctimas del nazismo aún vivas.

IBM y el holocausto ha sido editado por Crown Publishers, una filial de la corporación alemana Bertelsmann, y su elaboración ha estado rodeada del máximo secreto. Los historiadores especializados en la política nazi de exterminio recibieron ayer mismo un ejemplar de la obra y no se pronuncian todavía sobre ella.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_