"Hay quien nos define como de extremo centro"
Sergio Fajardo, el hombre que transformó Medellín y que ahora pretende convertirse en presidente de Colombia, se enfrenta a una granada. Sus gajos descarnados escupen tinta roja. "Es un peligro", admite, pero insiste en destriparla hasta que su inmaculada camisa blanca sufre las consecuencias.
No podía imaginar que, en Barcelona, desayunando en el nuevo hotel del reinventado barrio del Raval, se toparía con su particular magdalena de Proust. "Me encantan, porque en Medellín es primavera perpetua a 1.500 metros sobre el nivel del mar, y de pequeño, en mi casa había un patio trasero con naranjas, mangos, mandarinas, guayabas, unos pájaros lindísimos y... granadas. No era una fruta común pero a mí me encantaba y cada vez que veo una quiero comérmela".
El alcalde que cambió Medellín quiere ser presidente de Colombia
El ayuntamiento barcelonés y el FAD han concedido un premio de urbanismo al programa con el que Fajardo transformó radicalmente su ciudad, tristemente famosa por la violencia asociada al narcotráfico. Su paso por la alcaldía vio un descenso de la criminalidad en un 75%. Medellín se dotó de grandes bibliotecas, espacios de encuentro en cada barrio, escuelas en las zonas más desfavorecidas, centros deportivos y cobertura escolar y sanitaria a todos los niños.
La granada ha ganado la batalla. Su mujer, una belleza clásica, morena, de pómulos salientes, se acerca a la mesa y contempla con una sonrisa la escena. "Me la comeré, me meteré en el baño y me la comeré", promete Fajardo. Pero pide un café y opta por cambiar de fruta.
En el año 2003, al margen de la clase política, sin conexiones con los partidos, Fajardo y un pequeño grupo de amigos decidieron lanzarse a por la alcaldía de Medellín generando un movimiento de abajo arriba. El éxito de aquella experiencia le lleva ahora a ser candidato a la presidencia de Colombia en 2010.
Pero Álvaro Uribe, el actual presidente, con una cota muy alta de popularidad tras sus éxitos contra la guerrilla, mantiene abierta la posibilidad de intentar la reelección. ¿La decisión ya está tomada?, indaga el periodista.
"Claro", responde. "Vengo insistiendo en que, con o sin Uribe, nosotros hacemos política por convicción y no por cálculo. La política es presentar unas propuestas, unos principios y luchar por ellos. No depende de quien esté, sino de nuestra energía". La incertidumbre que ha creado Uribe sobre su candidatura "le da poder a él", asegura, "porque todo el país gira en torno a lo que hace y lo que no hace, qué dijo o qué no dijo, o a quien miró".
Fajardo era profesor de matemáticas -"no tendría que estar aquí, tendría que estar dando clases" - y decidió entrar en política para "dejar de opinar sobre lo que había que hacer y pasar directamente a hacerlo". Pero una cosa es Medellín y otra repetir la hazaña a escala nacional y contra los partidos políticos organizados y evitando definirse en términos de derecha-izquierda. "Somos un movimiento cívico independiente; no nos definimos por negación, sino por construcción. Hay quienes nos han definido como un extremo centro y otros no saben como clasificarnos".
Y antes de ponerse en manos del fotógrafo, sube a la habitación para cambiarse la camisa. Y se lleva la granada culpable. ¿Se la comió en la bañera?
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