Dinero en mano contra la miseria
El alcalde de Nueva York 'premiará' a quienes quieran salir de la pobreza
¿Sus hijos acuden al colegio con regularidad? Premio de 50 dólares (unos 37 euros). ¿Aprueban con notas altas los exámenes finales? Tome, 220 euros ( ¿Se someten a controles médicos? Ahí tiene, 112 euros. No hay nada como el dinero para motivar a quien no lo tiene. El alcalde Michael Bloomberg quiere demostrarlo en Nueva York a través del programa Opportunity NYC. Unas 2.500 familias cuyos ingresos estén por debajo del equivalente a 11.000 euros anuales (el índice de pobreza está en los 14.000) obtendrán hasta 3.700 si cumplen con objetivos educativos, sanitarios y laborales que puedan contribuir a sacarles de la miseria.
La cifra de indigentes 'sin techo' en la ciudad ha alcanzado este año el récord, 35.000 personas
"Programas como éste han demostrado ser efectivos en países de todo el planeta, y la verdad es que en Nueva York necesitamos ideas nuevas contra la pobreza", afirmó Bloomberg la semana pasada durante la presentación de un plan que se pondrá en marcha en septiembre. Los resultados se medirán utilizando a otras tantas familias de ingresos similares que no recibirán incentivos.
Antes era el sur el que miraba hacia el norte en busca de consejos prácticos para mejorar el nivel de vida de los ciudadanos. Pero en una urbe como Nueva York, donde el abismo que separa a ricos y pobres se ha disparado hasta alcanzar cifras tercermundistas, el viaje se hace al revés y se empieza a mirar hacia países como México o Brasil para reducir la distancia entre los dos extremos de la población.
La idea de incentivar monetariamente a los más pobres arrancó hace una década en México con el programa Oportunidades, que hoy alcanza a cinco millones de personas en ese país y se ha exportado a otros como Colombia u Honduras. La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) lo declaró el pasado año como uno de los más efectivos del continente, y el Banco Mundial ha corroborado su éxito mediante estudios como el que elaboró la experta Lawra Rawlings en 2005 para dicha institución. Las cifras que muestra el documento no arrojan dudas sobre su impacto: en México, los niveles de escolarización en la enseñanza secundaria aumentaron en un 7,2% para los niños y en un 3,5% para las niñas; las enfermedades en menores de dos años disminuyeron un 5% y las calorías ingeridas diariamente por una familia pobre aumentaron un 7%.
En el primer mundo, donde se presumía de haber erradicado las desmesuradas desigualdades sociales, no parecía que hiciera falta aplicar estas medidas. Sin embargo, está claro que algo va mal en Nueva York cuando 1,5 millones de ciudadanos viven con menos de 6.700 euros al año, y cuando el 1% más rico cobra un 57% más ahora que en 1990, mientras que el 2% más pobre sólo cobra un 2% más que entonces. Además, el número de sin techo ha alcanzado este año cifras récord, con 35.000 personas contabilizadas en la absoluta indigencia, y entre ellas 9.000 familias con niños, un 18% más que en 2005.
"Esta sociedad no puede seguir avanzando si la distancia entre ricos y pobres sigue creciendo a este ritmo. No es políticamente viable ni moralmente correcto". Michael Bloomberg, quien figura en el puesto número 44 de la lista Forbes de los estadounidenses más ricos del país, pronunciaba esta frase hace un mes en la Universidad de Georgetown. Pero no es fácil cambiar las prioridades presupuestarias de una alcaldía; de ahí que para lanzar el programa Opportunity NYC, Bloomberg haya tenido que apoyarse precisamente en multimillonarios como él mismo, George Soros o la familia Rockefeller, que han contribuido a un fondo que ya cuenta con 31 millones de euros.
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