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Columna
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Almadraba

Hasta ahora no he logrado enterarme del fondo de esa lucha de carácter bíblico que se está realizando en las aguas del Índico. No sé si son piratas los que asaltan a los pesqueros en busca de un rescate o si son patrullas armadas de la costa de Somalia, que exigen un impuesto legal a los barcos que van a robarles impunemente el pescado, el último alimento que le queda a un país destruido por una guerra endémica. Tampoco nadie ha explicado por qué una gente en apariencia tan desarrapada tiene una organización internacional tan bien engrasada para cobrar el chantaje.

Habrá que ver ahora a los pesqueros izando a bordo redes repletas de atunes en medio de una ensalada de tiros a cargo de ex militares dispuestos a freír a cualquier sospechoso que se acerque a los barcos. Caín y Abel en alta mar. Pero a la hora de hablar de atunes ninguna almadraba más laberíntica que la de la justicia española, en la que están enredados los dos somalíes traídos prisioneros a nuestro país en un acto de voluntarismo infantiloide. El Derecho Romano fue un monumento a la inteligencia y al pragmatismo, pero cuando esta alta creación del espíritu pasó por la escolástica se convirtió en un dédalo bizantino puesto a merced de jueces, rábulas, leguleyos y jurisconsultos, que están enredados en sus propias trampas, reservas, distingos y silogismos, de los que no encuentran la forma de salir. Los dos supuestos piratas somalíes enredados en la almadraba de la Audiencia Nacional son el ejemplo de la complicada hipocresía de la ley.

Desatar el nudo gordiano, según la mitología, era una prueba que Zeus había impuesto a cualquiera que tratara de conquistar el Oriente. Ese nudo lo había realizado cierto labrador, llamado Gordias, en el yugo de sus bueyes. Nadie logró deshacerlo hasta que llegó Alejandro Magno a la región de Gordion. Enfrentado al problema, tomó la espada y partió la cuerda. "Vale tanto desenredar como cortar", dijo. Mientras la Audiencia Nacional desata este nudo gordiano hay que prepararse para tomar atunes ensangrentados esta Navidad. Piratas o patrulleros, rescate por el secuestro o impuesto legal, al final sólo queda la eterna lucha entre Caín y Abel: unos países impúdicamente ricos que están esquilmando la última riqueza de un país pobre y destruido.

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