Contra los nuevos tiempos
Bob Dylan se autoproduce y edita su disco número 44, rodeado de la mejor banda que asegura haber tenido jamás. El genio inconformista arremete contra el pop contemporáneo y sus técnicas de grabación.
El martes 29 de agosto aparece en las tiendas Modern times, álbum número 44 de la obra oficial de Bob Dylan. Y no llega discretamente. Su editora está tratando el lanzamiento como un acontecimiento cultural de primer orden. Además, unas avinagradas declaraciones del cantante al quincenal Rolling Stone han revuelto el cotarro con su desprecio por el sonido de los discos editados "en los últimos 20 años".
¿La campaña de pre-promoción? Magistral. Desde julio, Sony-BMG convocaba en Nueva York a periodistas de Estados Unidos y Europa. Se les recluía en una sala de escucha donde sonaban los 63 minutos del disco y se les permitía leer las letras (33 folios, a devolver antes de marcharse). Aún en esas circunstancias, las críticas resultantes han sido más que entusiastas. En Madrid, ayer, los críticos españoles pudieron escuchar por primera vez Modern times.
"No conozco a nadie que haya hecho un disco que suene decente en los últimos 20 años", dice Dylan
La carrera de Bob Dylan se distingue por su voluntad de ser creativamente imprevisible y personalmente opaco. Sin embargo, ya ha cedido a las maquinaciones del marketing. Acepta editar discos exclusivos para su venta en cadenas de cafeterías o librerías. Permite que Twyla Tharp desarrolle una coreografía con su cancionero. Publica libros autobiográficos. Controla un documental como No direction home, firmado por un respetuoso Martín Scorsese, y permite que el realizador gay Todd Haynes planee I'm not there, un biopic donde será encarnado por siete actores, incluyendo a la bella Cate Blanchett. Incluso, para promocionar Modern times, se ha hecho un corto con la actriz Scarlett Johansson.
Dylan, que soportaba la existencia de miles de discos piratas con su nombre, ha aprendido a valorar sus propios inéditos. Aparte de nutrir la serie Bootleg, permite un goteo de temas en directo o tomas alternativas como anzuelo para coleccionistas. Ha pactado con Apple para vender por iTunes The collection, una "caja digital" que se podrá descargar por 199 dólares: 800 canciones, con 42 grabaciones raras, una oferta que muchos dylanófilos no podrán rechazar.
Característicamente, el abrazo al negocio digital viene salpimentado por un ataque a la tecnología. Entrevistado por el novelista Jonathan Lethem, en Rolling Stone, abomina de los estudios y los soportes contemporáneos: "No conozco a nadie que haya hecho un disco que suene decente en los pasados 20 años, de verdad. Escuchas a esos discos modernos y son atroces, llenos de sonido. Nada está definido, ni siquiera la parte vocal, es como si fueran ruidos parásitos. Mis últimas canciones probablemente sonaban 10 veces mejor en el estudio cuando las grabábamos. Los CD son pequeños, no tienen estatura. Recuerdo cuando el tipo de Napster se descubrió, dijo que 'todos están consiguiendo música gratis'. Yo pensé: 'bueno, claro. De cualquier forma no vale nada'".
Aunque Neil Young lleva años con esa cantinela, ahora es Dylan quién lanza anatemas y eso amplifica la acusación. El alboroto está siendo fenomenal, con abundantes respuestas doloridas. Primero, Bob ignora a los músicos que graban al viejo estilo, con máquinas analógicas; a veces, editan los resultados en vinilo. Segundo, la mayoría de los productores consideran luditas los prejuicios contra lo digital. Tercero, muchos se preguntan si Dylan confunde altura interpretativa con naturalidad sonora. Cuarto, la calidad sonora de la Collection de iTunes es inferior a cualquier CD, sin hablar de los Super Audio.
En realidad, el arrebato responde a la añeja antipatía de Dylan por los estudios y sus convenciones, que le llevó a grabar sin enseñar a sus músicos los rudimentos de las nuevas canciones. En esa entrevista, reconoce que no le gusta hacer discos: "Lo hago con reticencia. No me apetecía ser sobre-producido. De todos modos, siento que he producido mis propios discos, excepto cuando había alguien que se cruzaba." Parece estar pensando en Daniel Lanois, con el que protagonizó enfrentamientos que quedaron reflejados en el primer volumen de Crónicas, pero podría hablar de Don Was, Mark Knopfler o Arthur Baker, que -con diferentes tácticas- también intentaron domarle. Ahora, Dylan se autoproduce, bajo el seudónimo de Jack Frost.
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