"Mis hijos son mis dos lágrimas"
El nuevo disco de Diego El Cigala, 'Dos lágrimas', que sale a la venta en septiembre, devuelve al cantante a los sones cubanos
Su voz se abre paso en el aire como un torrente; se desborda hasta el oído ajeno, hasta las tripas, y parece agarrarlas y templarlas como las cuerdas de una guitarra. Luego se contiene en un hálito dejando a la platea estremecida antes de volver a derramarse sobre ellos con su verbo gitano. Diego Ramón Jiménez Salazar, nacido en el castizo Rastro (Madrid) en 1968; Diego El Cigala por la gracia de Camarón, tiene el flamenco en las venas. Ya sea cantando un bolero o una bulería, con Bebo Valdés o Guillermo Rubalcaba al piano, o con Paco de Lucía a la guitarra. Reaparece sobre el escenario con la gira de presentación de Dos lágrimas, un disco que verá la luz en septiembre y que devuelve a El Cigala a los sones cubanos.
Pregunta. ¿Cómo se siente?
Respuesta. Preparado pa lo que ha de venir, que espero que sea gloria bendita, y tranquilo. Tengo miedo incluso de estar tranquilo.
P. ¿Es bueno estar nervioso?
R. Sí, siempre es bueno estar alerta y tener un poco de miedo. El día que no ocurre eso, malo. Yo me pongo nervioso porque lo siento como el primer día.
P. Pero los principios son más complicados.
R.Sí. Pero incluso hasta en la distancia, todos esos momentos malos, tristes y de fatigas se me han vuelto buenos.
P.¿Cómo se llega del flamenco a los sones cubanos?
R.Conocí a Bebo Valdés. Luego llegué a La Habana, me enamoré de ella y decidí traérmela.
P.Y se la trajo con Dos lágrimas. ¿Por qué esas dos lágrimas?
R. Por todo lo que me ha pasado desde Lágrimas negras, en 2003, hasta 2007. Han pasado cuatro años y medio y me han pasado cosas impresionantes.
P. Dígame dos.
R. Una, llegar a La Habana, conocer a Rubalcaba
[el casi nonagenario pianista que le acompaña], conocer a Changuito, a Tata Güines. Dos, dar con los temas que yo quería. Cantar a Machín, Caruso...
P. ¿Por quién lloraría?
R. Por mis hijos. Mis dos pedestales. Rafael y Diego. Ellos son los que me hacen cantar y los que me hacen luchar y seguir en la vida. Ésas son las dos lágrimas negras.
P. Con toda esta fusión, ¿cómo ve de salud al flamenco?
R. Bien. El flamenco ya es universal.
P. ¿No da miedo perder la raíz del flamenco entre tanta mezcla?
R. ¿Por qué? Si yo soy flamenco por la gracia de Dios. Si siento que peligra una chispa el sentirme flamenco, se va todo al carajo.
P. Ni cantando boleros El Cigala deja de ser flamenco.
R. Claro, y luego me puedo poner con una guitarra y cantar por soleá, por seguiriya o por taranto. Son dos discos, te pones uno u otro y no sabes con cuál quedarte.
P. A los artistas del flamenco se les ha relacionado con la lacra de la droga. Y usted la vivió...
R. Vivir en los paraísos artificiales no es bueno. Fue un infierno.
P. ¿Cómo fue volver a respirar aire fresco?
R. De puta madre. Fue volver a sentir. Y de ese momento salió buena música. Hasta mis fatigas se han vuelto buenas.
P. ¿Teme por sus hijos?
R. Sí.
P. ¿Qué le gustaría dejarles?
R. El recuerdo de que su padre va a juntar el cielo y la tierra si hace falta, y fíjate que es imposible, para que nunca les pase na ni les falte na.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.