Caravaggio viene de turismo
El Vaticano presta el cuadro 'Descendimiento de la Cruz' al Prado como parte de una exposición de 14 obras sacras organizada por la visita de Benedicto XVI
Fue el iniciador del tenebrismo y nadie como él hasta entonces había jugado con las luces y las sombras de una forma tan magistral. Michelangelo Merisi, Caravaggio (Milán, 1571-Porto Ercole, 1610). Sin embargo, su antiacademicismo, tan feroz como una vida corta en tiempo (31 años) y llena de desmesura (escándalos, peleas y asesinato incluido) no evitó que entre sus protectores se encontraran nobles y jefes de la Iglesia católica capaces de valorar su arte aunque sus santos fueran, en realidad, gentes encontradas en las malas calles que tanto le gustaban al artista.
Una de sus obras maestras, Descendimiento de la cruz, se podrá contemplar en el museo del Prado desde mañana y hasta el 18 de septiembre dentro de un recorrido expositivo organizado en torno a la figura de Cristo con 14 obras del museo. El cuadro ha sido prestado por el Vaticano para arropar la visita de Benedicto XVI a Madrid, y será la pieza protagonista de la muestra que la Asociación de Amigos del Museo del Prado dedica a una obra maestra invitada. Caravaggio está muy poco representado en las colecciones españolas. El Prado solo posee una obra: David contra Goliat, un lienzo en el que el artista se autorretrata en la cabeza del gigante. El vecino museo Thyssen posee una, la imponente Santa Catalina.
El pintor ponía a los santos rostros de gente de las malas calles
En su versión, Cristo está siendo colocado sobre la piedra de la unción
Gabriele Finaldi, director adjunto del museo del Prado y responsable de esta peculiar exposición, explica que todo arranca de una propuesta del Arzobispado de Madrid. "Se nos pidió que el museo hiciera algo en torno a la visita del Papa para su encuentro con jóvenes de todo el mundo, a mediados de agosto. Pensamos en crear un recorrido por nuestras obras maestras inspiradas en temas religiosos y se nos ocurrió que el Vaticano podía prestarnos a cambio Descendimiento de Caravaggio para las exposiciones que dedicamos a una obra invitada".
El Vaticano no rechazó la propuesta y durante dos meses la monumentalidad y la emoción que Caravaggio volcó en su Descendimiento (1604) se exhibirán con toda su grandeza en uno de los rincones más gloriosos de la galería central, situado a la izquierda de la entrada de Goya. "Es un espacio perfecto para una obra tan impactante y tan grande: tres metros de largo por 2,3 de alto", explica Finaldi, quien ha transformado la galería central del museo en un espectacular escaparate dedicado a cuadros de gran tamaño.
El Descendimiento de la cruz, considerada una de las obras maestras de Caravaggio por su innovadora manera de entender la iconografía religiosa, fue encargada por Girolamo Vittrice para la capilla de familia en Santa María en Vallicella (Iglesia Nueva) en Roma. Forma parte de los museos vaticanos desde 1817. Caravaggio pinta una personal versión del Descendimiento. En su versión, Cristo no está bajando a la sepultura, sino que está siendo colocado sobre la piedra de la unción en medio de los gritos desgarrados de la Virgen, María Magdalena, Juan, Nicodemo y María de Cleofa.
El resto de los cuadros que integran el recorrido por los diferentes episodios de la vida de Cristo se podrán ver en sus emplazamientos habituales. Las audioguías del museo darán al visitante el hilo conductor de una teología visual recreada por los artistas a partir de metáforas utilizadas por Cristo para referirse a sí mismo en los evangelios (luz, amor, vida, verdad, camino, cordero, pastor, vid, pan, piedra) o imágenes puramente enraizadas en la tradición judía ("serpiente de bronce" o "león de Judá"). Unos textos explicativos colocados junto a uno de los cuadros hacen especial hincapié tanto en el contenido iconográfico como en el religioso.
El director adjunto del Prado explica que los 14 cuadros responden también a las escuelas mejor representadas. La española, con Velázquez, el Greco, Ribera, Zurbarán, Murillo y Juan de Juanes; la flamenca, con Van der Weyden y Rubens; la italiana, con Fra Angelico, y dentro de ella, la veneciana, con Sebastiano del Piombo, Tintoretto y Veronés. Finaldi subraya que la selección permite comprobar que, con la salvedad del Pantocrátor románico que integra la muestra, a lo largo de dos siglos, (desde mediados del siglo XV a mediados del XVII) la pintura religiosa vivió su etapa más fructífera.
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