Cae el símbolo de Ana Frank
El viento derriba el castaño que la niña veía desde su escondite de los nazis
El viento derribó ayer el castaño que Ana Frank, autora del famoso Diario que lleva su nombre, contemplaba desde su escondite de Ámsterdam durante la ocupación nazi de Holanda. El árbol tenía 150 años, y desde el final de la Segunda Guerra Mundial simbolizaba las ansias de libertad plasmadas por la niña en sus notas. Atacado por los hongos y librado de la tala en 2008 tras una campaña internacional de apoyo, el temporal solo dejó ayer metro y medio del tronco en pie. Quedan, repartidos por el mundo, otros árboles plantados con castañas del original.
Apuntalado desde que los tribunales evitaran que fuera cortado, el castaño se erguía en el mismo patio vecinal de la casa donde la niña trató de salvarse en 1942 de la Alemania nazi. Situado a la orilla de los canales de la capital holandesa, la casa es hoy el Museo de Ana Frank, uno de los más visitados del mundo. "Es una tragedia", aseguraron en la fundación creada hace dos años para salvar el árbol. "Una verdadera pena", apostillaron en el museo.
"Nuestro árbol, con algunas castañas aquí y allí", escribió en su diario
La casa habitada por los Frank estaba en la parte de atrás del edificio donde el padre, Otto, tenía las oficinas de su fábrica de mermeladas. Durante dos años, les acompañaron también un dentista judío y el matrimonio Van Pels, con su hijo Peter. En el diario, que le regalaron con 13 años, la niña relata su vida en el escondite, el estallido de la adolescencia y sus sentimientos hacia Peter, algo mayor. El 23 de febrero de 1944, aparece la primera entrada sobre el castaño. "Miramos los dos el cielo azul, el castaño desnudo en el que brillan las gotas de agua. También las gaviotas y otros pájaros, que parecen de plata", escribió ese día. El 18 de abril del mismo año, alaba un mes "ni muy caluroso ni demasiado frío". Luego menciona "nuestro árbol, con algunas castañas aquí y allí". La última cita es también la más significativa. Data del 13 de mayo de 1944, poco antes de ser descubiertos por la Gestapo y enviados a los campos de concentración. "Nuestro castaño está todo en flor, lleno de hojas y mucho más bonito que el año pasado", escribió.
Otto Frank fue el único superviviente del grupo. Cuando el Diario se hizo famoso, explicó que las visitas al altillo eran la única forma de libertad para su hija. "La idea de la naturaleza sin ataduras le daba ánimos. Se sentía como un pájaro enjaulado", dijo.
Apenas una hora después de conocerse la caída del castaño, ya se ofrecían a la venta en Internet pedazos del tronco y varias ramas. Un final tal vez inevitable para un árbol tan simbólico.
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