Acaba la recesión, se agrava la crisis
La presión de los mercados sobre España eclipsa la vuelta al crecimiento - La deuda encoge los 'brotes verdes'
La peor recesión en medio siglo acaba de terminar en España, que es, además, la última gran economía en retomar el crecimiento. Pocas veces unas palabras tan grandilocuentes se han hecho oír tan poco. El estruendo de los mercados, que ha puesto en la diana a la deuda pública española, y el insoportable ruido de fondo del empleo, con una tasa de paro superior al 20%, ahogan cualquier expresión de júbilo. La recesión se va y apenas alcanza para dar un resoplido de alivio.
Casi nadie habla ya de brotes verdes, la expresión traducida del inglés que hizo fortuna en la primavera pasada, cuando se escudriñaban los datos para certificar que las economías avanzadas escapaban del agujero negro del invierno de 2009. La recesión española, medida por la caída del PIB, ha sido menos intensa (-3,6% en 2009), pero más larga. Aquí, la primavera de los brotes verdes ha llegado con retraso. Tan tarde que ha sido barrida por el vendaval de los mercados de deuda pública, donde la inmensa mayoría de los expertos habían situado la siguiente fase de la crisis internacional. El fiasco de las cuentas griegas sólo ha encendido la mecha antes de lo previsto.
El estruendo de los mercados y el paro ahogan cualquier expresión de júbilo
Los últimos datos de producción industrial son esperanzadores
El ajuste del Gobierno es creíble, pero debe aplicarse ya, dice el FMI
Se prevé más precisión en las medidas de ahorro y un pacto laboral
"En los dos últimos meses, varios indicadores habían mostrado una cierta mejora", certifica Antoni Espasa, director del Instituto Flores de Lemus, de la Universidad Carlos III de Madrid. Pese a todo, la debilidad de la recuperación había polarizado el pronóstico de los expertos, que no se ponían de acuerdo sobre si esta vez se había salido de la recesión. Unas dudas alimentadas porque Rodríguez Zapatero ya había anunciado en otoño que la economía "estaba a punto de comenzar a crecer". Al final, el cuarto trimestre de 2009 se saldó con un retroceso de una décima en el PIB respecto al trimestre anterior. Entre enero y marzo, la décima cayó del lado positivo, según la primera estimación del Banco de España. Y el vaticinio de la vicepresidenta económica, Elena Salgado, resultó certero.
"Acertar en si el PIB avanzó o no una décima es como pedirle al hombre del tiempo que nos diga si el 23 de junio a las 10.05 va a llover en una calle de Barcelona", ejemplifica Espasa, quien recalca que los dos resultados (+0,1% o -0,1%) están dentro del margen de error en que incurre cualquier cálculo de probabilidades que se haga sobre la evolución de la tasa trimestral del PIB. Aun así, este catedrático de la Carlos III, cree muy probable que los datos confirmen la primera estimación del Banco de España. "Los últimos datos de producción industrial son esperanzadores, ahí sí que podría hablarse de un brote verde".
"El índice de producción industrial de marzo ha sido buenísimo, ni los más optimistas preveíamos algo así", coincide José Carlos Díez, economista jefe de Intermoney, quien destaca que la mejora no sólo se ha notado en la fabricación de automóviles, dopada por las subvenciones a la compra de turismos, sino que se ha extendido a otras ramas (industria alimentaria, textil, fábricas de papel) muy vapuleadas por la crisis. Y ha alcanzado incluso a la industria auxiliar de la construcción, que ya no cae a plomo.
La producción industrial registró en marzo la primera subida interanual (5,4%) desde que comenzó la crisis. Es uno de los índices más seguidos por los expertos para tomar la temperatura al crecimiento económico. Y, sin embargo, cuando el Instituto Nacional de Estadística publicó el dato el pasado miércoles, no cosechó ni una línea en los principales periódicos (incluido éste). La tempestad en los mercados de deuda pública lo inunda todo.
Los datos de la industria se suman a otros (consumo de energía eléctrica, ventas de comercios, exportaciones, pernoctaciones en hoteles) que cuentan la misma historia. Juan Rubio-Ramírez, profesor de Economía en la Universidad de Duke (Estados Unidos), resalta que "la serie más positiva es la de la afiliación a la Seguridad Social, que frena su evolución negativa". Es una señal de que la destrucción de puestos de trabajo (dos millones en menos de dos años) es cada vez menor. "Quien niegue los síntomas de crecimiento es que está ciego", recalca Josep Oliver, catedrático de la Universidad Autónoma de Barcelona.
Dicho esto, todos los expertos creen que se ha prestado demasiada importancia a si los pronósticos del Gobierno eran o no acertados. "Más importa ahora adelantar posibles cambios de futuro con una perspectiva temporal amplia que discutir décimas del PIB", abunda Juan José Méndez, del Centro de Predicciones Económicas. Méndez admite que hay una "mejora del ritmo de crecimiento", pero señala también "un desfase con relación a la eurozona, o más aún, con Estados Unidos".
"Lo que los mercados están mirando es la capacidad de crecimiento a medio plazo y si seremos capaces de ajustar el déficit", coincide Manuel Balmaseda, que dirige el servicio de estudios de la multinacional Cemex. Balmaseda opina incluso que dar por terminada la recesión es prematuro: "En Estados Unidos, que llevan tres trimestres con crecimientos superiores al 0,5%, tienen en cuenta otros factores y aún no creen que haya acabado".
"Se ha confundido la discusión, nos hemos centrado en qué pasa hoy y lo importante es lo que ocurrirá el día después de la crisis, no hemos interiorizado que nos queda mucho trabajo por hacer en los próximos cinco o seis años", insiste Josep Oliver. Una "asimetría", en palabras del catedrático de Economía, que se ha manifestado en todo su esplendor en las últimas semanas.
De golpe, el castigo de los mercados a la deuda pública ha traído al presente más acuciante retos para los que se exige soluciones inmediatas. Ahora, un periodo de uno o dos años para reconducir el déficit o consolidar la creación de empleo y el crecimiento económico se antoja un mundo a los ojos de los inversores. "Tras la crisis griega, es cierto que ha habido mucha especulación sobre determinados países como España, pero también es cierto que si no hay argumentos en los que apoyar las apuestas a la baja, al especulador que lanza el ataque nadie le seguiría", advierte Francisco Pérez, del Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (Ivie).
Las reticencias de Alemania a acudir al rescate de Grecia han exacerbado las dudas sobre qué pasaría si otro país de la zona euro pasara dificultades similares. Y, en las últimas semanas, España ha sido protagonista de datos, previsiones y artículos en la prensa internacional, que pasados por el tamiz de la especulación, arrojan un resultado desasogante.
Porque al mismo tiempo que varias estadísticas de la economía real daban el banderazo de salida a la recuperación, el mercado laboral daba fe de que el impacto brutal de la crisis en el empleo sigue ahí. "No somos del todo conscientes de que entre octubre de 2008 y marzo de 2009 se perdieron casi 1,4 millones de empleos, es una destrucción de puestos de trabajo de una magnitud histórica", recuerda Josep Oliver. Hace poco más de una semana, el Instituto Nacional de Estadística confirmó que la tasa de paro supera ya el 20% de la población activa, un dato que compromete cualquier pronóstico de crecimiento económico vigoroso en los próximos años y de recuperación de los ingresos públicos vía impuestos. Más aún cuando los vaticinios del Gobierno sobre el mercado laboral -que la tasa de paro ha alcanzado su nivel máximo, que se creará empleo a partir del verano-, no convencen. "Lo más probable es que la tasa de paro quedará estancada alrededor del 19,7% este año y el próximo", sostiene Antoni Espasa.
El Instituto Flores de Lemus tampoco predice creación de empleo hasta 2011, un pronóstico en el que coincide con el servicio de estudios del Banco de España. Las últimas proyecciones del organismo supervisor español, divulgadas hace poco más de un mes, son similares a las de los servicios de estudios privados y coinciden a grandes rasgos con lo que el FMI y la Comisión Europea publicarían poco después: Salgado y su equipo habrían hecho un vaticinio ajustado sobre la evolución del PIB este año (un -0,3% en tasa interanual) y del déficit (un recorte del 11,2% al 9,8% del PIB). Pero a partir de 2011, según esta visión, la estimación oficial patina.
Donde el Gobierno ve crecimientos del PIB cercanos al 2% el próximo año y al 3% en 2013, el resto ven un avance anémico, que dificulta el recorte del déficit, como también se aprecia en todas las previsiones menos la del Ejecutivo de Rodríguez Zapatero.
La agencia de calificación de riesgos Standard&Poor?s llevó esta línea argumental al extremo para rebajar la calificación de la deuda soberana española, lo que puso a los títulos del Tesoro en la línea de fuego de los especuladores. Y las dudas sobre la solvencia del Estado español -pese a que el nivel de deuda pública, aunque creciente, es inferior al de la mayoría de países europeos-, se extendieron como una mancha de aceite. Artículos en The New York Times, Financial Times o el Wall Street Journal, ponían altavoz a la incertidumbre.
En suma, en la semana en la que se ha anunciado que la economía española salía de la recesión, la Bolsa perdía más de un 10% y el diferencial de los títulos españoles con los bonos alemanes a 10 años, la referencia para estimar el sobrecoste de colocar la deuda pública, llegaba a su máximo en más de una década. Hasta los gestos delatan qué es ahora lo importante, qué es lo prioritario. Elena Salgado se perdió este viernes buena parte de la primera conferencia de prensa programada tras la publicación de los datos sobre la salida de la recesión, absorbida por los trabajos previos a la reunión del Eurogrupo, que debatió el plan de rescate a Grecia unas horas más tarde.
"Creo que las reacciones de los mercados en los últimos días se corresponden más a un efecto contagio que a una lectura real de la economía española", opina el profesor Juan Rubio-Ramírez, coordinador para la fundación Fedea de un índice que trata de sintetizar los datos más recientes sobre crecimiento económico. "En pocas palabras, España no es Grecia, no va a desembocar en una situación de bancarrota, al menos a corto plazo". Otra cosa, sostiene el profesor de la Universidad de Duke, son "compromisos de gasto a largo plazo, como las pensiones y la sanidad", en su opinión "claramente insostenibles".
"No es la solvencia del Estado español lo que se ponía en duda en la primera línea del informe de Standard&Poor?s, sino las consecuencias de un crecimiento muy débil para el pago de la deuda privada. Las familias y empresas españolas han acumulado un nivel de deuda enorme y la mayoría está en manos de acreedores extranjeros", puntualiza Oliver. Sin embargo, Francisco Pérez, del Ivie, cree que aquí, si el ajuste de precios en el sector inmobiliario se acelera, puede haber una tabla de salvación. "No es lo mismo endeudarse para comprar activos financieros dudosos o para financiar el consumo, que para invertir que es lo que ha hecho la economía española, aunque sea cierto que mucho ha ido al ladrillo".
Si la desconfianza sobre la deuda pública española sigue creciendo no sólo se encarece el coste de los títulos del Tesoro, también será mucho más difícil refinanciar la deuda acumulada por las empresas o las cédulas hipotecarias en las que los bancos y cajas españoles titulizaron los préstamos de las familias. Según Méndez, las dudas sobre el recorte del déficit aumentan "cuando el ritmo de crecimiento económico es bajo y no hay claras posibilidades de estimularlo", una trampa en la que podría haber caído la economía española. En ese escenario, la lógica de los mercados financieros impone el recorte del gasto público: no hay miramientos para los riesgos de una recaída por la retirada de estímulos públicos y el debate sobre quién originó la crisis y quién se lleva las consecuencias queda arrinconado.
"El programa de ajuste que ha presentado el Gobierno español es cuantioso y creíble, pero debe aplicarse ya". Es lo que afirmó esta semana una portavoz del FMI, es lo que ha dejado entrever el comisario de Economía de la Unión Europea, Olli Rehn, es lo que repitió este mismo viernes un informe del banco de inversión Goldman Sachs. Otra vuelta de tuerca que los mercados traducirán en más presión.
"Estoy convencido de que habrá más precisión en las medidas de ahorro, de que sindicatos y patronal llegarán a un acuerdo sobre la reforma laboral, de que habrá cambios en la función pública para hacerla más eficaz, cualquier otro camino nos pondría en una situación muy difícil", señala Oliver. Balmaseda pone la cosa más cruda: "A medio plazo, soy optimista sobre la economía española, pero antes habrá que elegir si hacemos nosotros el ajuste, con nuestras prioridades, o dejamos que nos lo haga el Fondo Monetario Internacional, como ha ocurrido con Grecia".
Tras el crash de 1929, muchos expertos coinciden en señalar que la decisión de Herbert Hoover, entonces presidente de Estados Unidos, de retirar las ayudas públicas a la economía sólo unos meses después agravó la crisis económica y dio pie a la Gran Depresión. Es pronto para calibrar las consecuencias de la tardanza y las exigencias alemanas respecto al plan de rescate a Grecia o de la resistencia del Banco Central Europeo a fabricar dinero para comprar deuda pública. Lo que sí queda claro es que han acelerado una nueva fase de la Gran Recesión de 2009, la crisis fiscal. Y que a España le ha cogido a contrapié.
Francisco Pérez presta una metáfora: "Este río ya no se puede cruzar por un puente, sólo quedan unas pocas piedras y hay que saltar con cuidado". En esa travesía, la ansiada salida de la recesión es ya sólo un bastón en el que apoyarse. -
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