El verano sin hombres
Narrativa. Difícil escribir un libro en primera persona siendo mujer y no ser considerada como "feminista". Es lo que sucede con la novela de Siri Hustvedt (Estados Unidos, 1955), El verano sin hombres, en la cual la protagonista, escritora también, sufre una "sicosis reactiva" el día en que Boris, su esposo, decide dejarla por una mujer mucho más joven. Hasta ahí la historia es banal, cientos de mujeres pueden contar la misma anécdota tentadas de caer en la venganza o la ridiculización del ser querido. Lo importante es que aunque la novela sea de corte bastante clásico, combinaciones de imperfecto con pasado simple, esto le permite a la autora mantener una distancia (un exterior que no llega a ser interior como el presente del indicativo) con su personaje que saldrá de la crisis, se acercará a un grupo de mujeres ancianas (los cisnes), entre ellas, su madre, y logrará organizar su vida, a punto de ser fantasmal, socialmente congelada, casi invisible. Flash-backs de instantes dolorosos, humillaciones de género, renuncias individuales a las que el personaje está acostumbrado y crítica de todo ese pasado próximo, alborotada, arañando las paredes, pero que no me servía para nada. Ahí radica la magia de la autoridad, el dinero y los penes (página 17). Magia que por supuesto la seduce en una especie de relación sadomasoquista con el hombre que la ha dejado para hacer una "pausa" en su vida y pese a las características "cerebrales" de Mía, que conceptualiza, analiza y clasifica lo que vive. Fragmentos, algunas cartas, narraciones, pocas escenas. El tempo del texto es contemplativo, sin exaltaciones, marcado por la lucidez de la edad y una capacidad de adaptación sorprendente. Todo discurre lento hasta el día en que Boris decide regresar, y ella, que había estado refugiada en dar talleres a estudiantes en plena adolescencia, capaz de observar esa transformación con cierta ternura, vuelve en sí, y con una elipsis (casi mágica) todo promete volver a la rutina. Otro libro de esta hija de Minnesota es uno muy hermoso, con fotos del fotógrafo iraní Reza, sobre Simbad el Marino. Son ocho viajes de metaficción de una especie de Sherezade que también debe contar historias para "no perder la cabeza". En este diálogo continuo con el pasado, y con su presente más inmediato (alusión a Paul Auster en el último diálogo), surge también el tema de la condición relegada de la mujer, de cierta impotencia que se transforma en imagen, una forma de dar movimiento a la parálisis que produce esa opresión. El texto, esquemático por momentos, contiene una serie de fotos de rostros, cuerpos, objetos, fragmentos, que se entrelazan, sin ser necesariamente alusivos.
El verano sin hombres
Siri Hustvedt
Traducción de Cecilia Ceriani
Anagrama. Barcelona, 2011
224 páginas. 17,90 euros
Ocho viajes con Simbad
Siri Hustvedt-Reza
Traducción de Cecilia Ceriani
La Fábrica. Madrid, 2011
84 páginas. 29 euros
Interesante trabajo aunque el efecto sea difuso.
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