Los nuevos 'Spielbergs'
¿Qué tienen en común el verano y Steven Spielberg? Los dos huelen a dinero. A estas alturas, el cineasta tiene ya demasiada clase (y millones) como para estrenar un proyecto dirigido por él durante la temporada estival, pero Hollywood sigue necesitando cerebros como el suyo que den taquillazos y dejen al público con ganas de volver a las salas. Mentes como la del creador de E.T. que, además de ofrecer elaboradas montañas rusas llenas de emoción y velocidad, sepan utilizar los efectos especiales para contar historias personales y con corazón. "Historias de gente corriente en situaciones extraordinarias", resume J. J. Abrams, un enamorado, como tantos otros de su generación (y de cualquiera posterior), del trabajo de Spielberg. El hombre que dio una vuelta de tuerca más a la narrativa televisiva con Lost lidera, a sus 45 años, a ese grupo de elegidos para la gloria. Otros alumnos aventajados son Jon Favreau, de 44 años, autor de esa bomba del product placement titulada Iron Man, y Michael Bay, de 46, que ha hecho de la robótica bombástica de Transformers un filón aparentemente inagotable. Todos ellos opositan a nuevo Midas en la industria.
Sus trayectorias transgresoras, transmediáticas y transcontinentales les garantizan su lugar en el Olimpo y el respeto del propio Spielberg, que apadrina y produce los tres estrenos con los que tomarán ahora la cartelera: Super 8 (Abrams), Transformers: El lado oscuro de la luna (Bay) y Cowboys & aliens (Favreau). Y es que, como dice Abrams, "¡¿en qué potencial hit cinematográfico no está metido Spielberg?!".
J. J. ABRAMS O LA MARAVILLA BARBILAMPIÑA
El responsable de Lost y la resurrección de Star Trek pone a prueba sus dotes para suceder al Midas Spielberg con Super 8, una vuelta de tuerca al género marciano para niños y mayores.
"¿Qué tengo en común con Spielberg? ¿Que somos los dos bípedos? No se me ocurre otra cosa", bromea Abrams. Si nos ponemos así, en algo se le parece el neoyorquino: ambos llevan gafas. O en esa película titulada Super 8, donde lo más difícil fue eliminar toda referencia directa al artífice de buena parte de la iconografía marciana para todos los públicos de los setenta y ochenta. La trama se centra en un grupo de chavales que filman una película en súper 8 cuando el descarrilamiento de un tren les pone frente al mejor de los monstruos. "Mi intención nunca fue rendir homenaje. Lo que es peor: ¿cómo reflejas con honestidad la generación del 79 [año en que transcurre el filme] sin incluir un póster de Tiburón o de Encuentros en la tercera fase? Pero quedaría muy raro hacer una película junto a Spielberg que glorifique su imagen", se explica el realizador.
Aun así, Super 8 refleja esa América suburbial que el director de E.T. puso en el mapa con asambleas municipales tipo Tiburón ("una escena por la que me felicitó", se regodea Abrams), secuencias de destrucción masiva al estilo de La guerra de los mundos o con un adiós a lo Encuentros en la tercera fase, esta vez con Michael Giacchino (autor de la banda sonora de Lost o de Up) como nuevo John Williams.
Pero si Abrams es el mejor candidato a suceder a su ídolo no lo es por este compendio de anécdotas, sino por toda su carrera. Primero con Alias y después con Lost, probó con éxito a redefinir las reglas de la narración televisiva, convirtiendo esta última en lo más parecido a una religión que haya dado el medio desde Star Trek. Por eso no extraña que fuera escogido para retomar la franquicia galáctica tras probar su solvencia en cine con Misión: Imposible III y Monstruoso.
Antes, en sus días de estudiante, Abrams cobró 300 dólares junto a su amigo Matt Reeves por restaurar los filmes de 8 milímetros de su maestro, Escape from nowhere (cinta bélica de 40 minutos que Spielberg rodó con 13 años, en 1959) y Firelight (1963, que serviría de germen a Encuentros en la tercera fase). Los Angeles Times ya vaticinó el porvenir de Abrams entonces al describirle como "maravilla barbilampiña".
Super 8 se estrena el 19 de agosto.
JON FAVREAU O EL ORIGEN DE LOS SUPERHÉROES
Es el hombre que ha hecho de la maquinaria promocional y el product placement todo un arte. Se desmarca de Iron Man con la adaptación de la novela gráfica Cowboys & aliens
La Marvel besa por donde pisa. Thor, Capitán América, incluso Hulk no serían hoy lo que son de no ser por la vida que este doctor Frankenstein llamado Jon Favreau inyectó en Iron Man. Y también en Robert Downey Jr., a quien devolvió una carrera que parecía más muerta que la de Mel Gibson. Este actor mediocre metido a director indie encontró la gloria casando su pasión por el cine y los cómics y sumándole su hiperactividad en Twitter.
Cuando todos esperaban que prolongara sus garantías de éxito con una tercera parte de Iron Man, se desmarcó con una golosa propuesta que llevaba un lustro deambulando por Hollywood: la adaptación del cómic Cowboys & aliens. "Desde que leí el título supe que había una buena historia y muchas malas", dice para echarle emoción a su apuesta. Una cinta de vaqueros y marcianos con ese componente de "hombre frente al mundo" con el que Spielberg ha barnizado muchos de sus taquillazos. "Jon es de lo más interesante, y eso que siempre me preocupa trabajar con actores directores por temor a que te digan cómo actuar en lugar de compartir la ambición que quieren alcanzar", resume Harrison Ford.
Mientras otros (léase J. J. Abrams) prefieren guardar su obra en secreto, Favreau lleva dándole bombo desde la pasada Comic Con de San Diego. Tal y como él resume: "Mi fortuna es que he sido capaz de encontrar conceptos comerciales a los que poder llevar la misma sensibilidad que aplicaba a mis filmes independientes. Pero ahora con un presupuesto en condiciones".
Cowboys & aliens se estrena el 2 de septiembre.
MICHAEL BAY O LA BOCA MÁS GRANDE DE HOLLYWOOD
No hay dos sin tres. Sobre todo si chorrean dinero. Tras convertir Transformers en una de las franquicias más millonarias, regresa con una tercera más grande, más robótica y en 3D.
Visionario no es. Aunque hace dinero a punta pala (sus dos partes de Transformers llevan recaudadas 1.546 millones de dólares) a pesar de lo que digan las críticas (recordemos: Pearl Harbor se alzó como uno de los mayores bodrios del cambio de siglo). Él lo encara con chulería. También es el mejor ejemplo de autor que supedita los personajes y la historia al espectáculo, el mayor exponente junto al productor Jerry Bruckheimer del cine de palomitas más explosivo.
Sin embargo, Spielberg lo considera un hombre que "trabaja con humanos y no con máquinas". A él le fue en 2005 con la idea de que dirigiera la franquicia basada en esos juguetes de la era Reagan llamados Transformers. A Bay la idea le pareció estúpida. Tan estúpida como años más tarde le pareció la idea del 3D, avance tecnológico que describió como una engañifa. Menos mal que este bocazas es capaz de recular y este verano estrena Transformers: El lado oscuro de la luna, nueva entrega de esa saga que dijo que no iba a hacer y que además ha rodado en digital y en 3D. Todo arrestos, aseguró públicamente que no haría tampoco esta tercera parte, para en menos de una semana ponerse manos a la obra con un presupuesto de 195 millones de dólares. "Yo soy de la vieja escuela. Me gustan las lentes anamórficas, las cámaras de Panavisión, la película de 35 mm que puedes tocar. El 3D no tiene nada de eso", detalla Bay nostálgico. "Pero también soy de los que les gusta darle una gran experiencia al espectador", justifica.
Transformers: El lado... se estrena el 29 de junio.
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