Simone Felice "Entiendo la música como una medicina"
Un sonido bastardo y esencialmente americano domina el último disco del músico con The Felice Brothers. Sus temas con The Duke & The King "crecieron dentro de la tragedia"
Cualquiera que haya leído Las aventuras de Huckleberry Finn sabe que aquel muchacho no estaba hecho para los rigores de la escuela ni la vida puritana. Como explica el propio chaval al comienzo del genial libro de Mark Twain: "La viuda Douglas me acogió como a un hijo, y creía que iba a civilizarme; pero era duro vivir en casa todo el tiempo, considerando lo aburrida, normal y decente que era la viuda en todas sus costumbres, y así, cuando yo no podía aguantarlo más, me escapé". Nuestro protagonista tiene mucho de Huckleberry Finn. Simone Felice (Palenville, Nueva York, 1976), músico polifacético y escritor, tampoco puede estarse quieto. Nacido y criado en un pueblo de las montañas de Casktill, al norte del Estado de Nueva York, siempre ha tenido motivos para salir a buscar las cosas, y así, con dos de sus hermanos, formar el grupo de rock The Felice Brothers, y desde hace un año tener un proyecto personal paralelo, The Duke & The King, el duque y el rey, nombre inspirado en dos personajes de Las aventuras de Huckleberry Finn. "Es uno de mis libros favoritos. Crecí con él. Elegí el nombre de sus páginas porque habla de América. De un chico blanco que decide cambiar su vida y huye con un amigo negro. Viven en el bosque, atraviesan ríos y pasan aventuras. Me ayudó a entender que no todo en esta vida se rige por las normas", cuenta por teléfono desde Londres Simone Felice.
"A los 17 años dejé las clases y formé un grupo de punk rock, aunque comencé a tocar antes en bandas del instituto", explica. Fue la decisión que marcó su vida. Su manera de huir de lo anodino. Si el pequeño Huck encontró la libertad en el río Misisipi, el joven Felice halló aguas similares en sus abundantes escapadas a Nueva York: "Era una época loca, donde coqueteaba con las drogas, pero lo que me interesaba era la música. Conducíamos y tocábamos en el CBGB. Éramos unos chavales". El poder de la aventura como motor vital. Simone Felice, solo o acompañado de sus hermanos, atravesaba carreteras con el cielo estrellado hacia una metrópoli también monstruosamente grande para un chico de las montañas. "Eran los noventa, cuando actuaban Nirvana o Soundgarden. En aquella época me encantaba Fugazi. Y Bob Dylan, por supuesto. Y Neil Young y los Beatles, pero lo mío era un rock duro, muy heavy, que con los años se ha ido haciendo más y más suave". Al final, prevaleció el viaje de vuelta. Junto con sus hermanos Ian y James, creó los Felice Brothers, un combo que empezó tocando en el metro de Nueva York y atendía a las raíces sonoras de su entorno rural. El mayor de los hermanos Felice tiene una buena explicación al respecto: "Crecimos en las montañas de Casktill, en el mismo lugar en el que The Band grabó Music from Big Pink". De ese paisaje, que descansa en la cordillera de los Apalaches y por donde desciende el río Hudson, se ha conservado la misma fotografía. La legendaria imagen campestre de los miembros de The Band en el interior de ese álbum paradigmático del sonido tradicional estadounidense, con el que se presentó el que entonces era grupo de acompañamiento de Dylan, ha planeado en los primeros testimonios sonoros de los Felice. En Through These Reins and Gone (2006) y Tonight at the Arizona (2007), juegan con ese aspecto de asaltadores de trenes con sombrero. Pero lo más importante: desde sus orígenes hasta hoy, los hermanos han profundizado en el legado de The Band hasta casi extender a nuestros días las Basement Tapes en composiciones como Frankie's Gun, Take This Bread o Penn Station. Un jolgorio que tiene su última huella sonora en el reciente Yonder Is The Clock (2009) tras el excelente The Felice Brothers (2008). Simone se siente a gusto con esas conexiones: "Me considero afortunado de haber recogido la sagrada antorcha de sus canciones y su poesía". Rock primitivo, inocente, fresco, de guitarras, órganos y acordeones, que confluye con medios tiempos y profundas baladas de soul blanco. Es un sonido bastardo, imposible de etiquetar, aunque esencialmente americano, como un plano secuencia de John Ford. Según el músico, surge del hábitat que rodea al artista: "Casktill es un área con un ambiente especial, por el agua, el aire, los árboles... El entorno influye absolutamente. Cuando creces en las montañas, con inviernos largos, dos o tres pies de nieve, con arroyos congelados y sientes el contacto con la naturaleza, te das cuenta de que estás ante un tiempo especial".
Esa cápsula idílica saltó en pedazos el año pasado. "Mi mujer perdió a nuestro bebé. Fue un shock. Entendí que las nuevas canciones tenían que expresar lo que sentía". Se refugió en lo profundo de los bosques de Bearsville y nació The Duke & The King (que ha actuado esta semana en Madrid, Valencia y Bilbao), un dúo que formó con Robert Chicken Burke, antiguo músico de George Clinton, y que le gustaría compaginar con la banda familiar. Alejado de la actitud desenfada que caracteriza a los Felice Brothers, Simone ha dado forma a Nothing Gold Can Stay, obra en la que explora con cuidadas e introspectivas letras todo un mundo folk que brilla con la intensidad de Cat Stevens o Neil Young en Harvest. "Este proyecto forma parte de mi historia personal. Las canciones crecieron dentro de la tragedia. He intentado ser lo más honesto posible. Entiendo la música como una medicina, algo que puede ayudarte y tal vez otra gente sienta lo mismo". No es el único jarabe al que hace referencia para curar los males. Otro es la literatura. Lo que llama "dos pequeños relatos, pero sin carácter de novela" ya han visto la luz, pero la "verdadera novela" llegará el año que viene y tratará de un chico que regresa a casa tras servir en la guerra de Irak. El cantante tiene previsto girar por Estados Unidos y el Reino Unido en un formato al estilo storyteller. Literatura y música al mismo compás. De hecho, el título de su último disco con The Duke & The King, Nothing Gold Can Stay, procede de un poema de Robert Frost. Como asegura Simone, el arte es siempre arte más allá de los géneros: "Si lees a Pablo Neruda, puedes emocionarte. Sucede lo mismo si escuchas una canción de Bob Dylan. Entonces, creo que tiene el mismo mérito escribir una buena canción que un buen poema. Ambos forman parte del misterio de la creación".
Yonder Is The Clock (Team Love / Freak Magnet). Nothing Gold Can Stay (Houston Party).
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