MÁS JÓVENES QUE JESÚS
Descarados y más listos que el hambre, a estos chicos les importa un bledo la estabilidad laboral, los jefes y las órdenes sin explicación previa. Les han llamado de muchas maneras —generación Y, millenials, iGeneration y, más recientemente, generación yo— y todavía es un poco difusa la línea temporal que los separa de la generación anterior, la X. Pero tienen personalidad propia y, lejos de ser el futuro, dibujan ya el presente. Así que, como último párrafo escrito de la historia que son, el modernísimo e innovador New Museum de Nueva York les dedica una exhibición a lo grande que se inaugurará la semana que viene y que podrá visitarse hasta el 14 de junio. Younger than Jesus —Más jóvenes que Jesús— recoge por primera vez el testimonio plástico de cincuenta artistas de veinticinco países del Globo con una característica común: ninguno supera los 33 años, edad a la que murió el famoso profeta.
"Atrás queda la idea del artista marginado, ahora se lleva tener un grupo de 'fans' en Facebook. Compartir lo es todo" (Neil Howe, coautor de 'Millenials rising')
"Hoy tiene tanto valor una obra de 'net.art' como una escultura en bronce" (José Guirao, LCE)
Hasta ahora, se habían hecho numerosos estudios de mercado sobre esta franja demográfica —los nacidos a finales de los setenta y principios de los ochenta— que atendían principalmente a sus hábitos de consumo, pero "nadie se había molestado en describir los cambios provocados por esta generación en las artes visuales", declara Massimiliano Gioni, experto en arte y uno de los tres comisarios de la exposición. Este interés por sus gustos a la hora de rascarse el bolsillo es de suponer que ha sido motivado por la cifra que representan: según The New York Times, en China el 50%de la población es menor de 33 años; proporción que prácticamente igualan los menores de 25 en la India; mientras que en EE UU son la generación más numerosa desde los baby boomers, aquellos nacidos en la explosión de natalidad posterior a la Segunda Guerra Mundial. En España, como en Japón y en otros países del sur de Europa, no son tantos, pero constituyen, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística, un tercio de la población.
Y no andan muy desencaminados quienes hablan de una generación especialmente despilfarradora. Sólo un dato, de ésos que no mienten: el año pasado Apple vendió 100 millones de iPods, cuyos usuarios no son únicamente los jóvenes, pero sí casi la totalidad de ellos. La música y sus reproductores son un síntoma más de que la tecnología les vuelve locos, y esto ha dejado su huella en al arte: "A veces la tecnología tiene más interés para ellos que la idea que quieren transmitir. En sus obras juegan a combinar medios, pero hay una menor intención de comunicar mensajes profundos sobre la realidad en la que viven. De eso ya se encargaron sus padres, los baby boomers", cuenta al otro lado del teléfono el baby boomer Neil Howe, coautor del primer tratado sobre los millenials, y que ha dedicado su carrera como historiador y economista a estudiar y denominar las diversas generaciones de estadounidenses. Aunque esta opinión no la comparte José Guirao, director de La Casa Encendida, quien cree que ocurre en algunos casos —"¡pero no todos!", enfatiza— porque "estamos estrenando juguete nuevo, aún estamos en el momento de euforia de las posibilidades que te da el soporte. Una vez superado, el gadget no dará mucho valor a la obra, sino la combinación de tecnología y contenido".
Pero algo que definitivamente se ha consolidado con la generación Y es la "desaparición de la jerarquía en los soportes según la cual disciplinas clásicas como la pintura o la escultura estaban por encima de la fotografía. Hoy tiene tanto valor una obra en vídeo o el propio net.art [el arte interactivo habilitado por los soportes digitales] como una escultura en bronce", explica Guirao. El propio catálogo de Younger than Jesus da cuenta de ello: aquí hay desde los clásicos óleos a los videojuegos arcade, pasando por fotografía impresa en variados materiales, esculturas luminosas y performances que mezclan de todo un poco, por poner algunos ejemplos. Esta diversidad de soportes y técnicas, dispuestos en orden de importancia horizontal, es la que probablemente les empuje a la "multidisciplinariedad" reinante por la que, como apunta Gioni, "no sólo crean pinturas o esculturas, sino que las utilizan también como apoyo para sus performances. Hay una fluidez en las estructuras mentales que les hace también discurrir entre lo individual y lo colectivo".
Saltan de lo singular a lo plural con facilidad, a pesar de que se les haya tachado de individualistas, adjetivo con el que discrepa Lauren Cornell, director de Rhizome —la plataforma interactiva para artistas afiliada al New Museum— y comisario, también, de la exhibición: "No creo que esto sea así, estos chicos están notablemente abiertos a trabajar en grupo y a moverse por diferentes colectivos, con distintos proyectos". El grupo se ha convertido en algo indispensable para los jóvenes, y el éxito de las redes sociales no es más que su confirmación. "Un artista con muchos amigos no se ajusta a la idea clásica que existe de éste, ¿no crees?", ríe sarcástico Howe, "pero para estos chavales lo es todo la comunidad, el compartir. Se queda atrás la idea del artista marginado, ahora lo que se lleva es tener un grupo de fans en Facebook". Aunque las redes sociales —y, por ende, los chats— han tenido un efecto colateral: la incontinencia verbal. "Muchos artistas, de hecho, están creando narraciones en las que los personajes tienen personalidad múltiple y hablan, hablan, hablan...", subraya Gioni, para pasar a definir esta cualidad en dos palabras: "Realismo histérico, así es como yo llamo a esta sobreexcitación, a esta narrativa sobreinformada".
Tal es la urgencia por comunicarse, que hasta lo hacen con sus parientes. "Lo comparten todo con sus padres, ¡incluso los gustos musicales! Ellos les aconsejan. Y lo que es más, les motivan y les alientan con sus aptitudes creativas. Sólo tienes que fijarte en la cantidad de músicos jóvenes famosos que están ahí porque sus padres les ayudaron. El mayor exponente de esto son Miley Hannah Montana Cyrus y su padre y estrella del country, Billy Ray Cyrus", apunta con sorna Howe. "Hay en ellos una gran curiosidad alrededor de las estructuras familiares", matiza Gioni; "quizás porque todavía son relativamente jóvenes, muchos de estos artistas están haciendo trabajos sobre sus propias familias o reinventando el modo en que las familias funcionan, pero sustituyendo los valores tradicionales por estructuras más informales". Nada de discusiones infinitas, portazos y escapadas, a los miembros de la generación Y les molan sus progenitores: "Existe en ellos una fascinación por la cultura de cuando sus padres eran jóvenes, por los sesenta y setenta", afirma la tercera comisaria, Laura Hoptman. "Sobre todo al hilo del pop, lo hippie o lo medioambiental", precisa José Guirao.
Atrás quedan los años oscuros, introspectivos y marginales del grunge y la generación X, con Kurt Cobain al frente. Para hacerse una idea: en los noventa, el musical por excelencia en Broadway fue Rent, una historia sobre cómo varios artistas y músicos bi y homosexuales trataban de sobrevivir en Nueva York con el sida como telón de fondo. Ahora, la taquilla pertenece a High School Musical. Aunque absténganse las conclusiones apresuradas: pese a la creencia generalizada de que a estos chicos les corre horchata por las venas, también son ellos quienes en EE UU han votado por el cambio, la generación O —de Obama—, que confía en las acciones locales para trasformaciones globales, jóvenes creativos que no están dispuestos, como lo estaban los baby boomers, a dejarse la vida en una oficina.
Younger than Jesus. En el New Museum de Nueva York, desde el 8 de abril hasta el 14 de junio.
www.newmuseum.org
CONTRA EL NIHILISMO, ARTE JOVEN
por Bárbara Celis (nueva york)
¿Cómo llenar de contenido un museo desde la azotea hasta el sótano bajo una premisa tan profana como que ningún artista supere la edad de la muerte de Cristo? Los espías del New Museum han buscado por los cinco continentes. Comisarios, críticos, blogueros, profesores y especialistas recomendaron a los nombres que consideraban imprescindibles y los responsables de esta institución neoyorquina escogieron a 50 procedentes de 25 países. El moderno museo ubicado entre Nolita y el Lower East Side acogerá unas 150 obras que constituyen el primer intento conocido de definir plásticamente a esta nueva generación internacional de artistas. Pero ¿es realmente posible coserle etiquetas artísticas a la edad? La comisaria Laura Hoptman reconoce que es un parámetro algo forzado. "Pero nuestra intención era plantear preguntas, no dar respuestas". Reconoce que es difícil encontrar una línea temática o estética puesto que son globalizados en su existencia —crecieron asomándose al mundo a través de Internet—, pero la mayoría aborda temas que les afectan localmente. "Tienen intereses tan variados que ya no se puede hablar de ismos: tocan todos los temas y todos los formatos. No se rebelan contra la generación anterior, algo raro en el arte. Y eso se siente en sus obras, que rezuman nostalgia por la tecnología del pasado". A Hoptman le sorprende, tal y como está el planeta, que sean artistas "con una actitud muy positiva hacia el mundo. En su obra no hay nihilismo, sino esperanza. Ésa es una de las escasas características claras que les une". n
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