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PUNTO DE OBSERVACIÓN | OPINIÓN
Columna
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Los conservadores 'rojos'

Soledad Gallego-Díaz

La crisis global empieza a tener efectos sorprendentes en el debate intelectual y político, que a veces alcanzan incluso cotas fascinantes. Por ejemplo: el Consejo Monetario del Banco Nacional de Hungría llamó el otro día a Péter Nádas para que le diera una conferencia sobre el concepto de "confianza". Nádas, de 67 años, no es un reputado economista ni un experto en banca. Es uno de los novelistas, dramaturgos y ensayistas más importantes de Europa, y su maravilloso Libro del recuerdo (Seix Barral) ha sido comparado, en ocasiones, con la obra de Thomas Mann o de Marcel Proust.

La conferencia, que se puede leer en inglés en la web www.salon.eu.sk, fue un profundo ensayo sobre el sentido de la palabra confianza en diversas lenguas europeas, la simulación y el disimulo y debió de tener un sonido muy especial en el Consejo Monetario de un banco. Nádas constató que en los últimos veinte años el déficit de confianza en el capitalismo y en la democracia ha crecido significativamente y en paralelo y advirtió que el capitalismo sin control encara una restauración premoderna y una regresión cultural. ¿No es magnífico que en mitad del desconcierto actual, los expertos del Banco Nacional de Hungría hayan recurrido a un escritor para intentar comprender lo que sucede y lo que está por venir?

En los últimos años, el déficit de confianza en el capitalismo y en la democracia ha crecido significativamente
El PP parece desconocer que la ortodoxia ideológica sobre la que se ha movido en 20 años está en escombros

El caso de Nádas no es único. En otro sentido, es igualmente sorprendente que los conservadores británicos, y buena parte de los conservadores de toda Europa, estén estos días polemizando y discutiendo en decenas de webs y blogs sobre un artículo de Phillip Blond, un profesor de teología y filosofía de la Universidad de Cumbria, conocido articulista, que no defiende recuperar la senda de Margaret Thatcher, sino que, muy al contrario, propone que los conservadores se alejen del liberalismo como de la peste y que se hagan simbólicamente "rojos". El artículo, publicado en la revista Prospect, se titula Rise of the red Tories, algo así como El nacimiento de los tories rojos (http://www.prospect-magazine.co.uk/article_details.php?id=10608) y está teniendo una repercusión formidable.

"Se percibe a los conservadores", escribe Blond, "como el partido del libre mercado, los grandes negocios y el capitalismo global desregularizado". El profesor mantiene que los conservadores han sido contaminados por el liberalismo (al igual, asegura, que la propia izquierda o laborismo) y que "el liberalismo sólo puede ser una virtud cuando se vincula con una política del bien común, un problema que incluso sus mejores pensadores, como Mill, Adam Smith o Gladstone, reconocieron, pero nunca supieron resolver". El resultado ha sido que los tories (conservadores) se han aliado con los propietarios y los empresarios y han transformado los denostados monopolios del Estado (levantados por los socialistas) en nuevos monopolios del capital. Los beneficios del conservadurismo liberal de Thatcher alcanzaron parcialmente a la clase media, pero fundamentalmente a través del endeudamiento, mientras que los pobres se hundían todavía más.

El gran desastre del conservadurismo ha sido que en los últimos treinta años se ha producido una enorme destrucción de los ahorros y del capital de los pobres. En el Reino Unido, explica Blond, el 50% más bajo de la población disponía en 1976 (excluida la propiedad) del 12% de la riqueza, mientras que en 2003 sólo llegó al 1%. Es hora de que los conservadores examinen su propia historia, la anterior a Thatcher, y "se comprometan con un conservadurismo radical comunitario que dé la vuelta a esta tendencia". Ese conservadurismo radical comunitario es el conservadurismo "rojo" que Blond propone a David Cameron y sus seguidores.

Como queda dicho, las muy polémicas propuestas de Blond (entre ellas, parar inmediatamente la privatización del Correo británico, el famoso Post Office, y convertirlo, con apoyo del Banco de Inglaterra, en un sistema bancario paralelo, fundamentalmente "localista" y minorista) son objeto de un fuerte debate en media Europa. Sólo en media Europa porque en España, el Partido Popular parece estar en otro mundo y desconocer que la ortodoxia ideológica sobre la que se ha movido en los últimos 20 años está absolutamente aplastada y en escombros. En lugar de intentar limpiar lo antes que pueda la corrupción interna y ponerse a debatir dónde asentar sus deteriorados fundamentos políticos, como hace la derecha en el resto del mundo, el PP de Mariano Rajoy está absorto en batallas internas miserables y en discusiones de patio. Sus militantes y seguidores deberían estar furiosos. -

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