"Viajar por los grandes espacios es revitalizante"
Casi cinco años sin publicar un libro de viajes es mucho tiempo para un aventurero como Javier Reverte (Madrid, 1944), apasionado por descubrir lo que todavía queda de diferente en los rincones del mundo globalizado y después contarlo a los lectores. Después de El río de la desolación, un recorrido por desde el nacimiento del Amazonas hasta su desembocadura, llega ahora a las librerías El río de la luz (Plaza&Janés), con los paisajes y las historias de un largo viaje de tres meses por Canadá y Alaska, incluido un trayecto de más de 700 kilómetros en canoa por el río Yukon. Son dos obras contrapuestas. En el Amazonas, Reverte encontró un medio hostil, en el que la gente sobrevive en condiciones penosas entre la miseria la deforestación; acabó gravemente enfermo de malaria.
En Canadá y Alaska la naturaleza, en cambio, ofrece territorios inmensos, despoblados, puros y generadores de riqueza. "Impresiona enfrentarse sensualmente a esa realidad, con la vista, el tacto y el oído. El río es una arteria de vida", cuenta entusiasmado por los recuerdos. "Viajar por esos espacios resulta revitalizante. La propia vida te recicla. Yo era un ser distinto el día que termine el viaje por el río, después de 13 días remando en una canoa".
El viaje por Canadá y Alaska comenzó, como tantas veces en los libros de Reverte, con un pretexto literario. El autor quería seguir los pasos de Jack London en los años de la fiebre del oro. "London no encontró oro pero sí historias que le hicieron rico", recuerda. En la inmensidad de Alaska (un territorio tres veces más grande que España poblado sólo por un millón de habitantes) descubrió además de la belleza de sus paisajes, personas muy comunicativas; "una suerte", reconoce, "para un escritor de viajes".
Reverte salta del género de la novela a los libros de viajes sin traumas. El río de la luz llega a las librerías apenas año y medio después de la publicación de Venga a nosotros tu reino, una ficción literaria inspirada por la historia real de dos sacerdotes polacos que en pleno franquismo trataron de apoyar la reconstrucción del movimiento obrero. "Cada libro es diferente, no depende del género", dice. El escritor encuadra su última obra entre los libros que fluyen fácilmente, con el mismo tono que tuvo el viaje. "Fue una experiencia muy vital, en la que todo salió bien", resume.
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