Una solución para la crisis griega
Mientras la usura de los mercados convierte en campo de batalla la alegre y acogedora Atenas, se me ocurre que es facilísimo acabar con la crisis griega: basta que todos los museos europeos que exponen obras de arte y arqueología robadas a los griegos les paguen a estos el alquiler de dichas obras, contando desde el momento en que se las robaron, hace ya varios siglos.
Sería una cantidad elevadísima porque algunos de esos museos solo tienen visitantes gracias al fruto del expolio, hecho en gran parte en Grecia. Así que, pagando ese alquiler, se saldaría con creces la deuda económica. De la espiritual, más vale no hablar: Europa le debe a Grecia la base de su cultura, aunque la haya aprovechado de forma muy mediocre.
Mediocridad lógica, porque mientras los griegos alcanzaban el punto más brillante al que ha llegado la humanidad como tal en inteligencia y sensibilidad, los bárbaros del norte, antepasados de estos orondos banqueros, aún gruñían en taparrabos.
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