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La gestión del combustible nuclear gastado

El relanzamiento del programa nuclear en Estados Unidos realizado recientemente por el presidente Obama y el rechazo en nuestro país del Almacén Temporal de Combustible Gastado ponen de nuevo sobre el tapete el controvertido tema del "debate nuclear". La producción de residuos por la industria nuclear ha sido siempre una de las armas del movimiento antinuclear. Nunca, sin embargo, se ha debatido el problema sin apasionamiento y sin prejuicios que identifiquen al sector nuclear como malo en sí mismo y sin otro remedio que su inmediato final, todo ello con el afán de alarmar a la opinión pública con el lema de que "cuanto peor, mejor".

Es un hecho que la producción nuclear da origen a residuos que son peligrosos durante miles de años si no se les trata adecuadamente. La "gestión del combustible gastado" es el término aplicado al conjunto de medidas, tanto en sentido técnico como institucional, por medio de las cuales se pretende asegurar que los combustibles gastados (CG) no entrañen un riesgo indebido para las personas y el medio ambiente.

Se trata de almacenar en condiciones y en un solo sitio los residuos dispersos en centrales nucleares

En todo el mundo se analiza el futuro comportamiento de estos sistemas de almacenamiento seguro. Hay un consenso total en el mundo científico al reconocer que dicho almacenamiento a suficiente profundidad (centenares de metros), en formaciones geológicas adecuadas y con una protección añadida de una "coraza" conveniente, los residuos se mantendrán incólumes durante al menos 1.000 años. En este periodo desaparece la radiación penetrante que sería directamente peligrosa para el entorno.

Quedaría entonces por demostrar que también se puede evitar la llegada al medio ambiente, durante decenas de miles de años, de otro tipo de radiación, más duradera, que sólo provoca daños si es ingerida, por ejemplo a través de plantas contaminadas por el escape de algún residuo. Para ello se trabaja modelando lo que puede pasar durante tan largo periodo de tiempo. El PGRR vigente, aprobado por el Consejo de Ministros en junio de 2006, ha establecido el ATC (Almacenamiento Temporal Centralizado) como pieza esencial de gestión para el almacenamiento temporal de estos residuos durante 100 años.

Los diversos sistemas de almacenamiento temporal del combustible en operación en el mundo constituyen hoy en día tecnologías probadas, con más de 50 instalaciones funcionando en una quincena de países. Una vez que se produzca la puesta en marcha del ATC, el CG podrá estar almacenado de forma segura durante varias generaciones. España tendría una situación muy consistente y flexible en cuanto a su estrategia de gestión, teniendo abierta la posibilidad de elegir cualquiera de las opciones de ciclo de combustible:

- El periodo de vida del ATC y el Fondo para la gestión de residuos radiactivos facilitan el tiempo y los recursos financieros necesarios para el desarrollo del Almacén Geológico Profundo (AGP), cuando esté disponible para recibir el combustible gastado.

- Si en las próximas décadas se resolvieran de forma satisfactoria las incertidumbres existentes sobre las nuevas tecnologías de reproceso, separación y reciclado múltiple y se mostraran competitivos los futuros reactores transmutadores, España también estaría en condiciones de tomar esta opción si las futuras decisiones de política energética lo considerasen oportuno.

En la polémica sobre la oferta ATC se mezclan confusamente conceptos como enterramiento; aportación solidaria suficiente de una u otra Comunidad Autónoma al desarrollo nuclear -riesgos o peligros poco definidos-, prevalencia del odio antinuclear sobre cualquier tratamiento que mejore la seguridad del sistema, etcétera. Este problema concreto del ATC es, sin embargo, sencillo y fácil de entender, explicitando algunos conceptos fundamentales y poco controvertibles.

En no mucho tiempo, las piscinas en que ahora se guarda el combustible, con toda seguridad se llenarán y habrá que construir almacenes en cada central, manteniendo en cada una de ellas instalaciones necesarias para su manejo, lo que impide su cierre definitivo, en contradicción con lo que propugnan algunos ecologistas o ecologeros. Es desde luego más racional, más barato y más seguro disponer de un único almacén centralizado en el que se deposite el combustible gastado que ahora queda en cada central.

Hay que afirmar que no se concibe riesgo alguno para el medio ambiente en el entorno de este tipo de almacenamiento, bien construido y bien vigilado. Por ello, hablar de riesgo en el entorno sólo puede explicarse por la ignorancia o por la oportunidad política. En las numerosas sesiones de televisión dedicadas al tema he apreciado una mayor objetividad en los periodistas que en algunos de los políticos que han participado en ellas. La política nuclear del futuro es un tema abierto que requiere información objetiva, desaparición de principios inamovibles y ponderación de los riesgos eventuales y de las ventajas que pueden conseguirse. Esto es lo que constituye el debate nuclear, que tiene poca relación con el almacén temporal de combustible gastado. Son mucho más graves las posiciones dogmáticas a priori como las que mantienen algunos grupos u otros interesados en el uso partidista de un tema que debería despojarse de una carga política confusa.

Juan M. Kindelán es ex presidente de ENRESA y ex presidente del Consejo de Seguridad Nuclear.

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