El desfile del Orgullo
Generalmente comparamos la lucha por los derechos de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales (LGTB) con la realizada por las personas de raza negra en el Movimiento por los Derechos Civiles en Estados Unidos. Hay evidentes similitudes, pero hay una gran diferencia. Un negro no puede dejar de ser negro. Un negro siempre es visible. Un negro siempre es discriminado.
Un hombre homosexual no siempre lo es. Una mujer lesbiana no siempre lo es. Para saber que yo soy homosexual hace falta meterse en la cama conmigo. No lo llevo escrito en la frente. El que hace visible su pluma gay le está diciendo al mundo que es homosexual. Es el que recibe los insultos, el que es agredido, el que es asesinado. Le pasa lo mismo a las personas transexuales. Las transgresiones de género son castigadas: la mujer transexual que aumenta el tamaño de sus pechos, la lesbiana que se pinta un bigote, el hombre gay que saca una estola rosa y se pone un tacón alto son visibles. Los demás somos una masa gris, se nos debería tatuar en la frente la bandera del arco iris para reconocernos. Los nazis lo hicieron con estrellas para los judíos, con triángulos rosas para los homosexuales. Los negros nunca han necesitado estrellas.
Cuando criticamos la pluma en el desfile del Orgullo criticamos a los que han sido torturados por hacer visible su homosexualidad. Si no hubiera sido por ellos, jamás habríamos conseguido nada. No habríamos existido. Seguiríamos practicando sexo a escondidas expuestos al chantaje. La pluma nos hace visibles. La pluma es nuestra raza.
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