Al borde de la guerra civil
Con combates en las proximidades de Damasco, Siria se encuentra al borde de una guerra civil que resultaría desastrosa para el país y desestabilizadora para la crucial región. Es urgente que la comunidad internacional actúe, y para ello que Rusia levante sus recelos a que el Consejo de Seguridad impulse el plan de la Liga Árabe que pasa por la salida del poder del presidente Bachar el Asad.
Se han mezclado dos tipos de rebeliones: la resistencia pacífica de tantos ciudadanos que no han cejado ante las matanzas de que han sido objeto por el régimen, y la ofensiva de desertores organizados en el autodenominado Ejército Sirio Libre que se enfrenta a las tropas regulares, dominadas por la minoría alauí del presidente. La Liga Árabe se ha visto obligada a retirar sus observadores ante la imposibilidad de cumplir su cometido. Pero a medida que el conflicto se acerca a la capital, Damasco, los riesgos de una guerra civil abierta son mayores.
Francia y Reino Unido intentarán que el Consejo de Seguridad de la ONU apruebe una resolución que apoye el plan de la Liga Árabe, pero Rusia, con derecho de veto, se resiste aún a ello y juega, por el contrario, a invitar al régimen y a la oposición a unas inviables negociaciones en Moscú. La situación siria no se pacificará a golpes de resoluciones de la ONU, pero si el Consejo de Seguridad se pusiera de acuerdo demostraría, al menos, una unidad de la comunidad internacional indispensable para presionar sobre el régimen sirio que utiliza estas divisiones.
Aunque por ubicación, por su papel de gozne geopolítico y por la complejidad de su sociedad, Siria no es como Libia y una intervención armada internacional no parece viable, está en juego el principio de responsabilidad de proteger, esgrimido contra el régimen de Gadafi. Es urgente que el régimen sirio se convenza de que tiene más que perder con una cruel resistencia hasta el final que negociando su salida.
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