_
_
_
_
Análisis:OPINIÓN
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

'Yes, he can'

Tras un año de Gobierno de Obama, el análisis de la situación en Irak, Oriente Próximo y Afganistán muestra que su toma de postura y su papel negociador abren un abanico de soluciones a la crisis

Esta es la semana en la que Obama celebra el primer aniversario de su elección. Y ya oigo a los agoreros, oportunistas y demás aguafiestas: "Decepción, traición... El presidente del Yes we can, que arrancó a toda velocidad, está empantanado en Irán, Oriente Próximo y Afganistán". Pues bien, no estoy de acuerdo. Sigo pensando que hay otra lectura posible de estos primeros meses de gobierno: un negociador que, en Irán, mira las cosas con perspectiva, con distancia, como exige todo buen pulso, que no excluye ninguna hipótesis, sino que amplía el abanico de soluciones y, por tanto, de posibles salidas de la crisis..., ¿no es eso lo deseable? El primer presidente que no espera al último año de su último mandato para lanzarse en Oriente Próximo, y con la mirada puesta en su legacy -es decir, en su imagen-, a una carrera contrarreloj, perdida de antemano -dada su falta de profundidad de campo estratégica y política-, ¿no es cuando menos digno de consideración? Y, finalmente, respecto a Afganistán, ¿tan drogados estamos por la inmediatez, el corto plazo y la emoción?, ¿hasta tal punto hemos perdido el sentido de esa materia prima de la política que se llama tiempo que nos asombra que él se tome alguno para decidir entre el maximalismo de los que abogan por el envío de más tropas (McCrystal, Clinton) y el pesimismo de los demás (el vicepresidente Biden, el influyente senador Kerry), que desearían concentrarse en acorralar a Al Qaeda? Yo sigo creyendo en Obama. Y necesitaré más indicios, muchos más, antes de concluir que el "Kennedy negro" no es más que un nuevo Jimmy Carter.

Necesitaré muchos más indicios antes de concluir que el 'Kennedy negro' no es más que un nuevo Jimmy Carter
Karzai es el candidato electo de un pueblo que tuvo que desafiar los disparos de mortero para ejercer su derecho cívico

Ésta es también la semana en la que nos dicen que la retirada de su rival, el ex ministro Abdulá Abdulá, va a vaciar de significado la elección de Hamid Karzai, a debilitar su autoridad, ya minada por los fraudes, y a reforzar en cambio a los talibanes. Tampoco estoy seguro de que este pesimismo esté justificado aquí. Primero porque una estancia reciente en los valles más conflictivos -Kapissa, Uzbeen- de la región de Kabul me inclina a dudar de un análisis tan simplista que ya sitúa a las milicias talibanes a las puertas del poder. A continuación, porque, pese a los fraudes, Karzai es el candidato electo de un pueblo que -y no es poco- tuvo que desafiar lo peor, es decir, los disparos de mortero sobre los colegios electorales, para ejercer su derecho cívico. Y finalmente, porque, como conozco personalmente a la mayor parte de los protagonistas de este asunto y, concretamente, a Abdulá, con el que coincidí en la época en que era, en el Panshir, hermano de armas de los ahora lugartenientes de Karzai, el mariscal Fahim y el ministro Kanouni, no excluyo un acuerdo de última hora entre los hermanos enemistados de la familia Massud. Estaría bien que la comunidad internacional contribuyese a ello, en lugar de limitarse a contar a los puntos... ¿Por qué no utiliza los resortes de los que dispone para ayudarles a reanudar su heroica camaradería de antaño y a erigir, así, una unión nacional? Y, ya que hablamos de resortes, ¿estamos tan desarmados como se dice ante la corrupción que gangrena el régimen y podría terminar acabando con él? ¡Vamos, señores Solana y Kouchner! ¡Vamos, señora Clinton! ¡Un poco de imaginación, amigos de Afganistán, para ayudar a este pueblo mártir a inventar su democracia!

Y para terminar, como ésta es, además, la semana en la que va a celebrarse el vigésimo aniversario de la caída del muro de Berlín, quisiera mencionar una película que se estrena estos días (en Francia) y, pese a las apariencias, no habla de otra cosa. Se titula El concierto. La firma Radu Mihaileanu, un cineasta cuyo primer largometraje ya celebré hace once años. Es la historia de un antiguo director de la orquesta del Bolshói al que, tras negarse a prescindir de sus músicos judíos, Breznev convirtió en un empleado de la limpieza. Treinta años después, mientras pasa la bayeta por su antiguo despacho, descubre un fax de invitación dirigido a la célebre orquesta para un concierto excepcional en París. Y entonces se le ocurre la descabellada idea de volver a reunir a sus antiguos músicos -arrinconados, como él, en empleos menores desde hace treinta años-, de reconstruir, con todos ellos, su círculo de músicos desaparecidos para -al término de una maquinación que sería divertida si el autor no nos informase de que, en parte, es real- suplantar al verdadero Bolshói y viajar a París para tomarse la revancha con un gran triunfo. Fantasía. Poesía. Variaciones sobre la armonía perdida y recuperada. Conmovedora imagen -como en Buenavista Social Club, de Wim Wenders- la de estos viejos músicos, vagabundos místicos, dobles modernos de un Lázaro resucitado por enésima vez y a quien no le hace falta sino un instante para volver a los caminos de la gracia. Pero también es una fábula sobre esa enfermedad de las almas que fue el comunismo y de la que durante mucho tiempo se pensó que dejaría secuelas irreparables. Pues no. Una vez más, he aquí la prueba. Como Václav Havel en la República Checa, como otros en Bulgaria, como tantos dramaturgos, filósofos, escritores, a los que creyeron doblegar convirtiéndolos en calefactores, fontaneros o peones, y que, cuando el comunismo se disipó como un mal encantamiento, nos recordaron que el talento, como el carácter, es indomable, Andrei Filipov es un virtuoso al que un movimiento de batuta basta para devolverlo a su arte. Optimismo también. Esperanza.

Traducción: José Luis Sánchez-Silva

Hamid Karzai junto a Barak Obama, entonces candidato por el Partido Demócrata a la Casa Blanca, en julio de 2008
Hamid Karzai junto a Barak Obama, entonces candidato por el Partido Demócrata a la Casa Blanca, en julio de 2008Reuters

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_