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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Torpezas policiales

Los Mossos d'Esquadra, la policía autonómica catalana, están en el ojo del huracán. Ello es consecuencia de la concatenación en las últimas semanas de una serie de sucesos: desde malos tratos a un detenido en el interior de la comisaría de Les Corts, hasta el uso de armas no reglamentarias -los ya célebres kubotán-, pasando por la muerte de un supuesto delincuente, que, esposado, cayó del vehículo policial que le conducía a una rueda de reconocimiento, en un aparente intento de fuga.

Algunos de estos episodios, como los presuntos malos tratos, que tantas denuncias generan, obedecen al sesgo autoritario que anida en este cuerpo desde su fundación, y que ha sido imprimido en buena parte por la escuela de formación. Es del todo inaceptable. Otros, como el uso de armas no reglamentarias, se explican por ese mismo sesgo y por una grave desidia administrativa, de la que son responsables los mandos y el Departamento de Interior de la Generalitat. Y alguno, como la herida producida por un manifestante violento a un agente desprovisto de casco, en un momento en que evidentemente se requería su uso, al error de planificación en el control de una manifestación.

Finalmente, la huida del joven del vehículo, cuando llevaba las manos esposadas a la espalda, ilustra la escasa profesionalidad de sus vigilantes, que han sido imputados judicialmente por imprudencia.

Es un cúmulo lamentable de malas prácticas y errores que exigen una explicación pública. Más aún cuando esta policía es de nueva planta, nacida en democracia, y, por tanto, teóricamente carente de hipotecas del pasado. Por ello hay que cortar por lo sano y aplicar los mismos parámetros que deben servir para todos los cuerpos policiales: evitar que se enquisten comportamientos no ajustados a la ley, dotar al cuerpo de los recursos necesarios y exigir mano enérgica al consejero de Interior, Joan Saura. No es tolerable que unos funcionarios a sueldo del erario público y que deben velar por el cumplimiento de las leyes atenten contra ellas. Ni la incompetencia demostrada por sus superiores, también la de los políticos.

El PP y CiU piden la dimisión de Saura y critican la videovigilancia que ha instalado en Les Cort

s. Sintonizan así con ese conservadurismo al que le preocupa más, y no igual, la seguridad que la libertad: "Los trapos sucios se lavan en casa". Reputan de error el hecho de que haya trascendido públicamente la famosa filmación en que unos agentes autonómicos golpean a un detenido, porque esto iría en detrimento del buen nombre del cuerpo. Saura se equivocó defendiendo el uso del kubotán por los mossos en la manifestación de los okupas, pues no es un arma reglamentaria, en contra de lo que alegó. Pero hizo lo debido al tomar medidas disciplinarias contra los agentes que participaron en los supuestos malos tratos. En todo caso, debe, como mínimo, someterse a una comparecencia parlamentaria, y explicar, si puede, tantos desaguisados: como paso irrenunciable para su corrección.

No hay cuerpos policiales de izquierdas o de derechas. Sólo hay leyes. Y deben cumplirse.

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