Sarkozy en la Kneset
El presidente francés promete defender a Israel, pero exige concesiones para los palestinos
Han tenido que pasar más de 25 años para que un presidente de Francia se dirigiera a la Kneset, el Parlamento israelí. Nicolas Sarkozy ha emulado a François Mitterrand y ha regalado los oídos de los legisladores hebreos al asegurar que su país protegerá a Israel de la amenaza nuclear de Irán y se interpondrá decididamente en el camino de los que quieren destruir el Estado hebreo, precisamente cuando la Unión Europea acaba de aprobar nuevas sanciones financieras contra Teherán.
La alocución de Sarkozy, altamente simbólica, tiene sin embargo una lectura importante en clave palestina. Y ésa ha gustado menos en Jerusalén. El presidente francés, que el próximo semestre tomará el timón de la Unión Europea y que en julio organizará en París una conferencia sobre Oriente Próximo a la que se espera que acudan tanto el primer ministro israelí Olmert como el líder sirio Assad, ha enumerado los requisitos indispensables sobre los que debe asentarse una paz con los palestinos: la doble capitalidad de Jerusalén (tabú para los israelíes), el final inmediato y real de la política de asentamientos y una solución justa para los cinco millones de refugiados. El líder francés, que quiere devolver a su país un perfil mucho más acusado en Oriente Próximo -parte de un vasto proyecto de reformas en política exterior y de seguridad nacional- estaría dispuesto a desplegar a sus soldados para supervisar un acuerdo de paz.
El grueso de esas condiciones forma parte de la lista de la lavandería acordada el pasado noviembre en la conferencia de Annapolis, bajo la mediación de Estados Unidos y la UE, con el compromiso de que fueran selladas este año. Ahora, los propios israelíes, cuyo primer ministro agoniza políticamente, consideran prácticamente imposible que se logre ese plazo. Es verdad que Olmert ha congelado la construcción de algunas colonias, pero prosigue el desarrollo de otras en Cisjordania y en Jerusalén oriental. Y la tregua con Hamás en Gaza, con menos de una semana de vida, se cuartea ya aceleradamente.
Es muy probable que París, en cualquier caso, se convierta en los próximos meses en el referente mediador de la diplomacia internacional en Oriente Próximo, ante el vacío político de Estados Unidos. Sarko, probablemente el presidente francés más proisraelí en medio siglo, puede ser visto por Israel con menos recelo que cualquiera de sus antecesores.
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