Pesadilla finlandesa
La matanza en el instituto de Tuusula impulsa el control de armas y de las ideas filonazis
El asesinato de ocho personas el miércoles pasado en el instituto finlandés de Tuusula a manos del estudiante de bachillerato Pekka Eric Auvinen ha provocado reacciones de horror, justificadas por la vesania de la matanza y de perplejidad, debido a la siniestra similitud de este baño de sangre con otros perpetrados en Estados Unidos y Alemania. En la memoria reciente del terror colectivo aparecen la pesadilla del Instituto de Columbine, en Colorado, donde dos estudiantes mataron a 12 personas y los 32 asesinatos en la Universidad Tecnológica de Virginia cometidos por el estudiante Cho Seung Hui. En 2002, un alumno de un instituto de Erfurt, en Alemania, mató a 18 personas, y en noviembre del año pasado, un ex alumno asesinó a 11 colegiales en la localidad alemana de Emsdetten.
En todos los casos mencionados se repite una sórdida coincidencia de motivos, temores y resentimientos. Los alumnos asesinos son personas tristemente solitarias, rechazadas por sus compañeros y que deciden encerrarse en una marginación obsesiva. Pekka Eric Auvinen era blanco de burlas y atropellos por parte de sus compañeros. Pero la frustración y la rabia acumulada no explican satisfactoriamente un estallido de violencia tan atroz. Aparece además como ingrediente necesario en este tipo de crímenes una mala digestión de torpes ideas racistas, ampliamente difundidas las web de extrema derecha o en los juegos de rol, que prenden en las personas resentidas o con problemas psíquicos como una bomba de efectos retardados. Auvinen vomitó en su testamento colgado en YouTube algunas de estas ideas tóxicas que destrozaron su precario equilibrio anímico: "La humanidad está sobrevalorada", "No debe haber compasión con la escoria de la Tierra" o "Ya es hora de establecer el nuevo orden en el que sobrevivan los más fuertes".
La profundidad del horror personal del asesino choca abiertamente con la imagen exterior de la sociedad finlandesa, próspera, competitiva y aparentemente tranquila. Su sistema educativo, fundamento de la competitividad de su economía, tiene justa fama de equilibrado. Sin embargo, por debajo de la tersa superficie educativa y social, laten signos de contradicciones preocupantes. En Finlandia circulan libremente más de un millón y medio de armas. Las matanzas de ciudadanos y colegiales en EE UU han ilustrado durante décadas sobre el mortífero cóctel que forman la humillación, el resentimiento atizado por las ideas filonazis y las armas sin control.
La historia atroz de Tuusula debería servir al menos para que el Gobierno finlandés se proponga limitar estrictamente la venta de armas. Las autoridades finlandesas deberían haber tenido en cuenta el fenómeno de imitación criminal, adornado de un evidente exhibicionismo, que se extiende por el mundo globalizado a través de Internet. Auvinen anunció su pavorosa matanza en Internet; por tanto, podría haberse evitado.
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