Perseguir el acuerdo
La escenificación por el PP de sus propuestas no debe frenar la negociación del pacto educativo
El PP presentó el pasado día 17 de enero sus propuestas para alcanzar un pacto educativo en un acto público que podría interpretarse como la escenificación de la ruptura de las negociaciones. Ciertamente, la iniciativa era arriesgada al realizarse cuando las consultas con el PSOE ya se habían iniciado. Sería un error rasgarse las vestiduras por una cuestión de forma que es consustancial, por otra parte, a los hábitos de nuestros partidos políticos y una grave irresponsabilidad que uno u otro fuercen el definitivo disenso en un asunto de tanta importancia.
Los dos grandes partidos están de acuerdo en lo sustancial. Coinciden en el diagnóstico sobre la baja calidad de nuestro sistema educativo y prescriben recetas muy similares para aliviar sus males. Ambos saben que es imprescindible reducir las altas tasas de fracaso escolar, que hay un problema básico de financiación, que se deben buscar refuerzos para los alumnos rezagados o que se necesita una carrera docente y una mayor autonomía en los centros. Frente al afán reglamentista del pasado, que ha generado inestabilidad al sistema, los dos parecen decididos, además, a inyectar vitaminas al enfermo sin dictar, por fin, nuevas leyes.
El documento ahora lanzado por el PP contiene, además, una novedad que facilitaría el acuerdo: ya no rechaza de plano la Educación para la Ciudadanía, si bien propone reformarla. El escollo fundamental es la cuestión lingüística, dado que el PP exige que se garantice a los alumnos la enseñanza del castellano en las autonomías bilingües. En el resto de los puntos de desencuentro, como la propuesta de reducir la ESO y crear pasarelas de ida y vuelta que fomenten la continuidad en los estudios, las distancias entre los negociadores no son insalvables.
Las propuestas del PP, cuidadosamente elaboradas, merecen ser analizadas sin los prejuicios ideológicos y partidistas que han lastrado la política educativa española. Y así parece haberlo entendido el ministro de Educación, Ángel Gabilondo, que ha reaccionado con prudencia y ha prometido estudiarlas.
Hace falta auténtica voluntad política por ambas partes. En esta legislatura, PP y PSOE han pactado la presidencia española de la UE, una señal esperanzadora para el acuerdo educativo que se busca. Puede ser vital para el futuro de un país que necesita con urgencia un modelo económico distinto y mayor competitividad.
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