Kouchner en Bagdad
La visita a Bagdad de Bernard Kouchner, el ex socialista ministro de Asuntos Exteriores de Sarkozy, tiene una doble dimensión. Por un lado, demostrar que Francia quiere "pasar página" en sus diferencias con Washington, que llevaron a Jacques Chirac a oponerse a la invasión americana; por otro, "mirar al futuro" para una colaboración francesa en la "lucha contra la violencia" (el ministro se ha cuidado mucho de no hablar de guerra). Si bien este viaje viene a reforzar la reconciliación franco-americana entre Sarkozy y Bush -sin por ello llegar a mandar tropas francesas a Irak-, también pone de manifiesto algo obvio, a saber, que el conflicto es un problema para todos y no sólo para los iraquíes y Estados Unidos. El ministro francés, que no parece haber llevado una cartera con grandes ideas a Bagdad, ha tenido buen cuidado en enfatizar que no hay solución militar, sino iraquí, con una mayor participación de la ONU.
Lo envenenado de la situación quedó ayer de nuevo patente con el asesinato de Mohammed Ali al Hasani, miembro del Consejo Supremo Islámico Iraquí, el mayor partido chií, gobernador de la provincia de Muthanna, en el sur. Es el segundo gobernador que muere asesinado en las últimas dos semanas, probablemente víctima de la lucha por el poder local entre los propios clanes chiíes ante las elecciones provinciales del año próximo. Muthanna había protagonizado el mayor éxito en el proceso de toma de control de la situación por los propios iraquíes, ya que su provincia había sido la primera de las 18 cuya gestión habían cedido las tropas de ocupación. En el sur, en la vecina y rica en petróleo provincia de Basora, los británicos llevan meses intentando marcharse, pero no lo consiguen ante el incremento de la violencia.
Francia siempre ha demostrado tener un interés muy especial por Irak. Mantuvo, como Estados Unidos y otros, estrechas relaciones con el régimen de Sadam Husein. El viaje de Kouchner, siempre con su bandera de la intervención por razones humanitarias, está cargado de simbolismo. Sin embargo, en la primera visita de un jefe de la diplomacia francesa desde la invasión en 2003 (de hecho, desde 1988), el apoyo de Kouchner al Gobierno del desesperado primer ministro Nuri al Maliki llega tarde, ya que 17 ministros han abandonado el Gabinete. La reconciliación entre iraquíes, incluso entre chiíes, se aleja. Los propios análisis militares americanos advierten del caos que se avecina. Nos afectará a todos.
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