Haciendo el agosto
Resulta sorprendente el vigor del que goza en la actualidad esta clásica expresión. A punto de finalizar el mes vacacional por excelencia de la mayoría de los mortales, unos regresan a casa con sus Visas humeantes mientras otros comienzan a frotarse las manos con la recaudación obtenida, fruto, en muchos casos, de una visión empresarial que carece de toda honestidad y honradez, es decir, fruto de la más pura y dura estafa.
Ejemplificaré esta perspectiva con un caso real sufrido en primera persona, con el cual estoy seguro podrán identificarse un gran número de personas. Desde hace ya varios años disfruto del periodo estival en Port de la Selva, una pequeña localidad del Alt Empordà, en la Costa Brava gerundense. No resulta difícil observar cómo, por lo general, los precios de todos los productos de consumo y servicios de los comercios propios de este sector son notablemente más elevados de lo habitual, hecho al que toda persona se adapta teniendo en cuenta las circunstancias y el contexto. Lo que resulta verdaderamente aberrante y denunciable es el mecanismo del "doble precio", es decir una tarifa normal para los residentes habituales en el municipio y/o conocidos, y otra mucho más inflada para aquellos que estamos de paso.
El caso es que estando en la cola de una carnicería del municipio fui testigo de cómo un kilo de botifarres era cobrado a una residente a 5,95 euros el kilo, mientras que al llegar mi turno el precio, en tan solo unos instantes, había ascendido a 8,95 euros el kilo!! La perplejidad y pudor del momento me impidieron reaccionar como hubiese correspondido.
Otro ejemplo de abuso del que también he sido víctima es pagar una barra de pan tipo chapata de 250gr. a 2,00 euros, aproximadamente un 200% más caro de lo habitual en una ciudad como Barcelona.
No podemos pretender seguir siendo un país competitivo en el sector turístico con este tipo de prácticas, que son más habituales de lo que puede parecer. Ello unido a un alto grado de precariedad laboral en estos sectores y a la cada vez más degradada "vocación de servicio" y "atención al cliente" puede repercutir muy negativamente en los flujos de turismo, tanto nacional como extranjero.
Deberían ser adoptados mecanismos de control más intensos y exhaustivos que no dejen impunes a aquellos aficionados a "hacer el agosto".
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