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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Estrategia incierta

Cambiar la política común europea es arriesgado sin conocer los planes de Cuba con los presos

El compromiso de liberar a una cincuentena de presos políticos, adquirido por el Gobierno cubano ante la Iglesia católica, sigue su curso. En las próximas horas, y salvo imprevistos, otros nueve disidentes que estaban en prisión llegarán a Madrid. Aparte de acoger a los excarcelados, España se ha comprometido a intentar que la Unión Europea modifique a partir de este gesto su política hacia Cuba, fijada a instancias del Gobierno de Aznar y partidaria de reforzar el aislamiento diplomático. No ha sido una política eficaz, por lo que la opción a la que se enfrentarán los Veintisiete no será la de si debe mantenerse o no, sino la de valorar las condiciones en las que podría modificarse para no ofrecer oxígeno político al castrismo.

La razón última que ha facilitado el acuerdo con la Iglesia es la crítica situación de la economía cubana, y no una sobrevenida voluntad de apertura política y de acabar con la represión. Si es tiempo lo que el castrismo quiere ganar, no queda claro para qué, ni es seguro que un régimen descompuesto esté en condiciones de emprender reformas que alivien las penurias de los cubanos. Las interpretaciones divergentes sobre la reaparición de Fidel Castro acentúan la confusión.

Cualquier gestión que alivie el padecimiento de los presos es bienvenida, mucho más cuando, según las declaraciones de los llegados a España, la situación de las cárceles es inhumana. Precisamente por ello es necesario saber si el acuerdo se refiere únicamente a un número limitado de presos políticos o a la totalidad de los que hay en la isla. También si se trata de una liberación o de un exilio. De ser esto último, la posición española ante los acogidos podría verse comprometida a corto o medio plazo. No por la generosidad de traerlos, sino por haber asumido de manera implícita o explícita las condiciones de La Habana para excarcelarlos.

Es arriesgado responder con una iniciativa política a un gesto humanitario de alcance y propósito desconocidos. Esta es la posición asumida por Madrid añadiéndose al acuerdo entre la Iglesia y el castrismo y tratando de convertirlo en palanca para cambiar la política común europea. Si la diplomacia española deseaba esta vinculación, y si realmente era actor decisivo para establecerla, podría haberla planteado al revés: utilizar el cambio de la política europea para reclamar la libertad de todos los presos, y en condiciones definidas. De ahí las incertidumbres de esta estrategia.

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