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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Energía nuclear

Las autoridades europeas se muestran cada vez más inquietas con los problemas que se perfilan para el suministro energético, cuyas consecuencias son tanto económicas como políticas, estratégicas y de seguridad. La dependencia exterior de este sector es extrema y va en aumento, del orden del 50% (en España esta cifra asciende nada menos que al 85%). El gas y el petróleo, combustibles básicos en el transporte y en la producción de electricidad, presentan fluctuaciones imprevisibles de precios, pero además proceden de países, especialmente Rusia y el Golfo Pérsico, que cada vez plantean más incertidumbres como suministradores fiables. También están a la vista las consecuencias del efecto invernadero por combustión de petróleo, gas y carbón.

La Comisión Europea, ante este inquietante panorama, ha planteado, en una comunicación sobre política energética que presentará esta próxima semana, dos ejes de actuación, uno sobre eficiencia energética y otro respecto al aumento del peso de las energías renovables. El ahorro y la eficiencia energética es la mejor fuente de energía, y en un escenario optimista se pretende reducir el consumo en un 20% para 2020. Pero el ahorro sólo es imaginable en los países desarrollados; en los otros el aumento de su bienestar está inexorablemente ligado a un mayor consumo de energía, por lo que la demanda energética global seguirá aumentando. El apoyo a la investigación y diseminación de las energías renovables es hoy otro factor esencial. Pero en el mejor de los casos supondrá un 12% de la energía primaria en Europa en 2010 y un 20-25% en 2020. España es uno de los países del mundo con perspectivas más favorables en este terreno.

Aun así, las cuentas no salen, lo que ha llevado a la Comisión Europea a romper con un tabú en Europa en las últimas décadas (con la excepción de Francia y Finlandia) y plantear la necesidad de relanzar el sector nuclear como fuente de energía. Hoy la energía nuclear representa el 6% de la energía primaria en el mundo y el 10% en Europa, y no puede solucionar el problema del transporte que dependerá todavía durante mucho tiempo de combustibles líquidos como los derivados del petróleo. Pero en la producción de electricidad supone casi un 30% en Europa. La energía de origen nuclear no genera gases de efecto invernadero. Sus problemas son otros que están en la raíz de su rechazo social: la seguridad, los residuos y la posible desviación de técnicas y materiales hacia fines militares. A pesar de todo, es y será una opción que no se puede ya descartar.

Los reactores del futuro (uno de diseño avanzado se está construyendo en Finlandia) mejorarán considerablemente su seguridad intrínseca y también el tratamiento de los residuos. Está prevista la construcción de unas 200 plantas nucleares en dos décadas, la inmensa mayoría fuera de Europa. Las existencias de combustible nuclear suponen también una limitación importante, pero sólo en el contexto de la tecnología actual, que utiliza el 0,7% del uranio natural, mientras que las tecnologías de reactores rápidos pueden usar todo el uranio, e incluso la mayor parte de los residuos de alta duración, como combustible. Aunque no se pueda ver en ella la solución específica para el problema energético, es evidente que cuestiones de previsión de demanda e inquietudes estratégicas vuelven a poner a la energía nuclear en la agenda de Europa de donde hace una década parecía haber desaparecido.

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