Bolonia en su justa medida
La Universidad española se encuentra inmersa en reformas para la adaptación al Espacio Europeo de Educación Superior, según lo pactado por los Estados europeos en la Declaración de Bolonia en 1999.
Uno de los cambios más positivos es la implantación del crédito ECTS, una nueva forma de medir el trabajo de los estudiantes ajustada a una jornada de trabajo de ocho horas. Un crédito de los anteriores comprendía 10 horas de clases presenciales, mientras que un ECTS incluye 25 horas, ya sean presenciales o de trabajo personal.
No obstante, la mayoría de las asignaturas de los nuevos grados están estableciendo una tasa de presencialidad del 40% para los créditos ECTS. Obsérvese que el 40% de 25 horas son 10. Es decir, estamos realizando la reforma sin disminuir la presencialidad, uno de los cambios más necesarios para limar diferencias con respecto a los países del norte de Europa. A los estudiantes debería bastarles con una hora y media de estudio (en promedio), tras cada hora presencial, para superar la evaluación. Dudo que haya asignaturas tan fáciles como para que una hora y media sea suficiente. Sin embargo, si la presencialidad fuese del 30%, los estudiantes tendrían dos horas y media de estudio por cada hora presencial, y cuatro horas si fuese del 20%.
¿Por qué se escoge el 40% de presencialidad? La principal razón es que esta decisión la toman los departamentos, y reducir la presencialidad podría afectar a las plantillas de profesorado, ya que vienen determinadas por las horas presenciales. Para paliar la posible incidencia de la reducción de la presencialidad en las plantillas, no habría más que incrementar la proporción de actividades docentes en grupos pequeños, que es otra de las aspiraciones de la presente reforma.
La presencialidad del 40% implica que la jornada de trabajo de los estudiantes deberá ser mayor de ocho horas, si quieren asimilar el injusto aluvión de contenidos disparado en la desmesurada proporción de clases presenciales. Aún estamos a tiempo de corregir los primeros síntomas de un nuevo fracaso.
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