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Reportaje:

Los veranos del Maravillas

El centro 'okupado' planta cara a la oferta cultural municipal con una programación alternativa gratuita

A los Veranos de la Villa les ha salido competencia. Los habitantes del Patio Maravillas, ese edificio abandonado en el barrio de Malasaña que acaba de cumplir dos años de okupación, no han cogido vacaciones. A cambio, organizan una propuesta cultural alternativa y gratuita para los que se quedan en la capital. Fieles a su estilo reivindicativo, la han bautizado como Veranos Maravillas.

Como si de un juego de los siete errores se tratase, la página web en la que presentan sus actividades (patiomaravillas.net/veranosmaravillas) es en apariencia idéntica a la de la programación municipal. El mismo diseño, el mismo verde brillante de fondo. Pero no todo es igual. El mapa no lleva al escenario Puerta del Ángel, sino al número 8 de la calle del Acuerdo. Y donde en el oficial indica "venta de entradas", ellos han colocado su "entradas: sin coste".

El Patio Maravillas programa decenas de actividades a lo largo del año
En el centro conviven piratas informáticos, 'grafiteros' y fotógrafos

La gente del Maravillas ha querido plantar cara al "caro modelo de cultura prefabricada y empaquetada para su consumo masivo que oferta el Ayuntamiento", según explican. Por eso han creado una agenda a partir de las ideas aportadas por los usuarios. Entre ellas, un ciclo de "cine y cena" para las noches de los miércoles, conciertos de diversos estilos, del pop al rap, pasando por la fusión y el humor musical, y talleres de reparación de bicicletas o de fotografía. Todo ello sumado a las decenas de actividades permanentes del centro.

Será por su condición de reducto de la cultura alternativa madrileña. O por miedo al desalojo que planea sobre el inmueble, propiedad de la empresa Grupo 2 Reunidos. Pero el caso es que el Patio Maravillas no cierra tampoco en verano.Las escaleras de este centro cultural "autogestionado", por el que pasan unos 500 madrileños al mes, no se vacían ni en agosto. La puerta sigue abierta todas las tardes. Dentro, cinco pisos y un ático. Donde cada uno va a su rollo. No son okupas de los de toda la vida. Son "gente cualquiera", que dicen ellos. Alternativos y comprometidos con los movimientos sociales. Pero también son inmigrantes que estudian español, aficionados al yoga o a las bicis. Todo organizado por ellos mismos. Con los Veranos Maravillas quieren animar a los vecinos y visitantes a conocer el lugar. Programan, sobre todo, conciertos (Floro Aramburu, Yast Solo, Alfredo Becker) y sesiones de cine gastronómico acompañadas de cenas degustación.

Al margen de propuestas temporales como ésta, en el edificio siguen en marcha las más de 20 actividades que le dan vida durante todo el año. Así es cómo el Patio se ha convertido en una referencia de la cultura alternativa, como reconoció el Ayuntamiento en una reunión que mantuvo con sus representantes en julio. Los okupantes querían soluciones para sobrevivir al proceso judicial que inició la propietaria del edificio para echarles. El Consistorio alega que no puede hacer nada porque el tema está en manos de la justicia.

Éstos son algunos de los proyectos nacidos en torno a un patio abandonado en Malasaña.

INDIGENTES AL MANDO Enganchados a Internet

A Papi le ofrecieron dirigir el taller de reciclaje de piezas de ordenador porque vieron que era "un activista de verdad". O así es cómo él se explica que, pese a no haber visto un teclado en su vida, haya acabado coordinando lo que él llama "el Pentágono de los sin techo". En una sala del segundo piso, varios indigentes se reúnen cada tarde frente a las pantallas que les conectan al mundo. A la cabeza, Francisco, vagabundo de 62 años. Aunque todos le llaman Papi.

"Recuperamos o reciclamos todas estas piezas" explica, señalando el montón de material informático. Y navegan por la Red. La propuesta les ha enganchado y suelen quedarse hasta última hora. "Sí, en vez de estar en la calle con un cartón de vino están aquí con el ordenador...", se enorgullece Papi. Aunque él era de los que editaba octavillas con vietnamita -esa rudimentaria imprenta para burlar la censura- se ha dejado seducir por el poder de los blogs. "Quería trabajar en la Red para ayudar a los sin techo", cuenta. "Internet puede ayudar a concienciar de que no todos son alcohólicos o drogadictos".

ARTISTAS CALLEJEROS A la conquista de los tejados

En la quinta planta dormían las monjas cuando el número 8 de la calle del Acuerdo era un colegio. Las pequeñas habitaciones sirven ahora de salas de exposición para los creadores urbanos del taller de arte (Frágil, Dosjotas, Luzinterruptus...). Los crucifijos han dado paso a sus grafittis. La austeridad, a instalaciones luminosas que se encienden cuando se pone el sol tras los tejados del corazón de Madrid.

Las vistas inspiran a Alberto de Pedro. No es para menos. Este fotógrafo de 29 años todavía no se cree que pueda trabajar en un lugar así. "Si en esta ciudad no te llega ni para pagar una casa, imagina para un estudio". Aún sobreviven a su alrededor las piezas del Festival de Crítica Urbana que se celebró a mediados de julio. Una habitación quemada. Otra atravesada por hilos de colores. De Pedro, que ya organizó en marzo el Madrid Poster Art (la primera exposición internacional de carteles que se celebra en la capital), blanquea una de las paredes de la terraza para dar paso a la siguiente obra. Arte callejero que nace y muere en los muros del Patio.

'HACKERS' SOLIDARIOS El laboratorio pirata

Llamémosles hackers. Aunque ellos se definen como miembros de un "laboratorio de activismo tecno-político". Son los componentes de Hamlab Maravillas, un grupo de autodidactas, defensores del software libre, el copyleft y la privacidad en la Red. Pero sus éxitos se traducen al lenguaje universal: talleres digitales, una radio y una televisión online, conferencias sobre tecnología libre. Y aún hay más.

"Tenemos wifi en todo el edificio", relata uno de ellos. "Y una biblioteca digital más grande que muchas públicas". Tres terabytes de datos. Más de 180.000 libros digitales, películas y archivos de música. "También instalamos dos cabinas telefónicas desde las que se hacen unas 100 llamadas al día". No son cabinas comunes. Están conectadas a una centralita libre, a su vez conectada con una red mundial P2P de telefonía. Para los vecinos de a pie: un teléfono desde el que llamar a fijos nacionales de decenas de países. Todo gratis, claro. "Creemos en el acceso a la cultura y a las comunicaciones para todos". Es su máxima.

LOS PEQUEÑOS DE LA CASA Niños con voz propia

"Mamá, ¿vas al Patio?, ¿puedo ir?". Cuando Meri cruzó la puerta del Maravillas con su hijo de la mano, dieron por hecho que buscaba la Chikiasamblea. Entendió que ése debía ser su lugar allí. Y lo encontró. "Queremos que sea un centro social para todas las edades", explica la joven madre de 26 años, que pronto se sumó a la idea de crear un espacio donde los niños "desarrollen sus inquietudes y aprendan a tener ideas propias". La Chikiasamblea, segunda planta, ofrece cuentacuentos "participativos", talleres de samba, jardinería o cocina. "En el barrio hay mucha gente de paso, estudiantes, inmigrantes", relata Meri, que aspira a extender la idea por el vecindario. "Queremos crear redes entre ellos".

Una joven utiliza una cabina gratuita instalada en la puerta del Patio Maravillas.
Una joven utiliza una cabina gratuita instalada en la puerta del Patio Maravillas.SAMUEL SÁNCHEZ
La terraza del quinto piso del Patio Maravillas, con los tejados de Malasaña de fondo, sirve de escenario para las obras temporales del taller de arte urbano.
Arriba, las escaleras decoradas con los restos de una exposición. A la derecha, la entrada.
La terraza del quinto piso del Patio Maravillas, con los tejados de Malasaña de fondo, sirve de escenario para las obras temporales del taller de arte urbano. Arriba, las escaleras decoradas con los restos de una exposición. A la derecha, la entrada.SAMUEL SÁNCHEZ
EL PAÍS entró a conocer a algunos de los que hacían posible este espacio autogestionado en el centro de MadridVídeo: Á. Á. RICCIARDELLI/A. BERDIÉ

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