La última noche de fiestas con alcohol en la calle
Los adolescentes aseguran que volverán a beber en la calle pese a la prohibición
En el último botellón de las fiestas de Pozuelo de Alarcón había más policías que jóvenes bebiendo. A media noche, tres furgonetas de antidisturbios y coches de la Policía Local custodiaban a media docena de grupos de chavales que bebían en el Parque del Pradillo, justo encima del recinto ferial.
Dentro de la semana de fiestas del pueblo, los días de diario suelen estar más desangelados. El botellón era casi anecdótico y en las casetas y los bailes sólo había unas decenas de personas. La poca afluencia no tenía que ver con que Gonzalo Aguado (PP), alcalde del municipio, anunciase ayer por la tarde que hoy prohibiría en la Junta de Gobierno Local beber en las calles durante las fiestas.
"Dicen que van a venir de otros pueblos a 'montarla", afirma un joven
Entre los jóvenes que estaban con sus litronas, muchos desconocían la medida. Está destinada sobre todo a que durante los dos últimos días de las fiestas de Pozuelo, el viernes y el sábado, no se formen grandes aglomeraciones de chavales y no se repitan los disturbios que han llevado el pueblo a los telediarios. A partir de hoy estará en vigor esa prohibición y los policías tendrán que evitar el botellón."¿A que no sabéis la última? Han prohibido el botellón". Con esa frase se acercaba Antonio, de 24 años, a su grupo de amigos, que llevaba desde las diez de la noche bebiendo cerveza en el Parque del Pradillo de Pozuelo de Alarcón. Los tres que lo esperaban conocían la noticia, pero creían que podía traer más problemas que soluciones. "Si mañana vienen la policía a echar a la gente no pasará nada. Será como hoy. Habrá unos grupos bebiendo que se irán. Pero si en el fin de semana vienen los de los otros pueblos, veremos qué pasa. Se va a liar", decía otro de los chavales. "A mí me están llegando informaciones en Facebook y en Twiter que dicen que va a venir un montón de gente de Las Rozas y de los pueblos de alrededor para montarla", terciaba Jorge, otro de los contertulios mientras bebía un trago.
Ellos ya vivieron los altercados del pasado sábado y aseguran que no habían visto en el pueblo nada similar. Explican que se quedaron mirando, que unos cuantos salvajes la liaron, pero que la policía cargó indiscriminadamente contra gente que no tenía nada que ver. Cuando se les pregunta si piensan que el próximo fin de semana puede suceder algo similar contestan que no llegará a tanto, pero que "puede haber problemas si a la gente le da por quedarse".
Esta escena se produce mientras unas cuantas familias pasean por las atracciones con sus hijos. Carlos Gutiérrez, uno de los padres, ironiza: "Si prohíben el botellón esto se quedará más tranquilo. Entonces van a tener que cerrar". Tras la broma Gutiérrez se muestra partidario de la prohibición de la bebida en la calle: "Lo deberían hacer en toda España". Los argumentos de uno de los encargados de las atracciones le apoyan: "No parece correcto que estén aquí liándola cuando tienen a familias con niños a sólo unos metros".
Pero entre los pocos chavales que ayer hacían botellón hay otros argumentos. "¿Unas fiestas de un pueblo sin que se pueda beber? ¿Entonces cuál es la gracia?", comentaba Pablo, de 20 años acompañado por amigos de entre 16 y 22.
La gracia para muchos jóvenes del pueblo desapareció hace tiempo. No existe un recinto ferial como tal. Hay una zona con las atracciones, donde está la pradera de los altercados. Y en el casco del pueblo hay montado un escenario con unas cuantas casetas cercanas. Las fiestas se completan con algunos bares de los alrededores, unos bailes en la plaza Mayor y una discoteca móvil que sólo abre los días más señalados y cierra a las tres de la madrugada.
En una de las casetas hay un grupo de amigos de 22 años que aseguran no ir al botellón. Se están tomando unos minis de cerveza y ron, pero no se muestran muy entusiasmados con las fiestas de su pueblo. "Cuando alguien me dice que va a venir le digo que se lo ahorre. Esto ya no es una feria desde hace tiempo. ¿Para qué hacer botellón si después no hay ningún sitio adonde ir, si a las tres está todo cerrado?", se pregunta David. Él asegura que no estuvo el día de los disturbios porque se fue a Alcorcón.
Todavía hay grupos de chavales que no han desistido de divertirse bebiendo en sus fiestas. Uno, formado por menores de edad que ayer también consumía litronas en la pradera, se reafirmaba en su empeño por regresar los días siguientes, pese a una prohibición que todavía no conocían: "A ver cómo nos echan a todos".
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