"En mi mandato hubo cacicadas"
El exalcalde de El Álamo denuncia múltiples corruptelas durante su Gobierno - Un empresario revela que un edil le exigió 15.000 euros por una licencia
Jesús Arribas lleva nueve meses escribiendo una novela. Se titula El Álamo, dos vidas encontradas. La describe como una bonita historia de amor en la que se mezclan los intereses particulares y las traiciones. Arribas (PP) fue alcalde durante dos años y medio en el lugar en el que está ambientado el libro, un municipio de 6.500 habitantes situado al sureste de la región. El partido le obligó a dimitir cuando se descubrió que había traicionado en lo personal a un concejal. Génova no se lo perdonó. Desde entonces, apartado del Gobierno municipal, cuenta que durante su mandato se produjeron "cacicadas y hechos que se pueden considerar ilegales", en los que se involucra a sí mismo y a los actuales dirigentes del Consistorio. Desde el cobro de una comisión por la apertura de un centro comercial a la extorsión a un empresario. "Era muy común exigir pagos por cualquier asunto", explica.
Modificó el PGOU para cambiar la edificabilidad en la finca de un concejal
"Lo hicimos para armonizar el terreno", dice el edil dueño de la finca
Arribas asegura que pactaron repartirse el dinero pedido a un centro comercial
"Ser alcalde era su proyecto de vida y ha fracasado", dice la actual regidora
De eso da fe un importante hombre de negocios de Majadahonda. Él, que exige el anonimato, compró por 50.000 euros la licencia a un taxista jubilado de El Álamo y la puso a nombre de su mujer, pues la ley no permite tener más de tres a una misma persona. El Ayuntamiento debía tramitarle el cambio de titularidad. "Hablé por teléfono con el concejal de Hacienda [José González] y me dijo de quedar en un hotel. Me sonó raro. Le dije que yo quedaba en el Ayuntamiento, que era donde tenía que hacer el trámite", cuenta el empresario en su despacho. Cuando se presentó en el Consistorio, dice que se reunió en una habitación con González y la concejal de Transportes, María Orgaz. "El concejal me pidió 15.000 euros porque estaban muy estresados y tenían que ir a un spa. Yo me quedé a cuadros. (...) Me fui a casa y lo hablé con mi familia. Decidimos no darles ni un duro", agrega.
Arribas asegura que siendo alcalde, durante una reunión, tuvo conocimiento de que a este hombre se le había exigido una cantidad de dinero. "A juicio de González, una vez que se construyese el aeropuerto, la licencia valdría mucho dinero. El señor se echó para atrás", añade Arribas, que corrobora así la versión del empresario.
Reunidos en el despacho de la actual alcaldesa, Natalia Quintana, la sustituta de Arribas, los concejales señalados con el dedo niegan las acusaciones. Nunca pidieron dinero, según su versión. Aseguran que aplicaron a rajatabla la ordenanza municipal del taxi. El concejal de Hacienda lo explica: "Pensábamos que lo único que quería [el empresario] era la licencia para guardarla y venderla cuando hubiese zona única [libre movimiento de transporte público]. Nosotros no queríamos eso evidentemente (...). Hablamos con él y le dijimos: 'Te damos la licencia pero tienes que poner un taxi a ciertas horas, contratar a un señorito que tiene que ser un parado del municipio'. Cuando le pedimos estas cosas, desaparece". La tramitación sigue adelante en la actualidad. El abogado del empresario es el que está llevando ahora todo el papeleo de la licencia.
La alcaldesa dibuja a su antecesor como un hombre resentido por haber salido de mala manera del Gobierno municipal, obsesionado con hacer daño a sus antiguos colegas. "Ser alcalde era su proyecto de vida y ha fracasado. No lo ha asimilado", afirma. Para desbancarle llegaron a presentar en el registro municipal una moción de censura que retiraron de forma irregular a las pocas horas, por orden del PP. Era un hecho insólito que los concejales, de común acuerdo, echasen al alcalde de su propio partido.
Un año antes, Arribas, que además manejaba la Concejalía de Urbanismo, había presentado modificaciones en el PGOU aprobado por el anterior gobierno socialista. En ellas, se incluía el cambio de dos a tres alturas de edificabilidad en un terreno de 170 metros cuadrados propiedad del concejal de Hacienda. Arribas asegura que lo hizo porque recibió presiones de parte de González. De nuevo, el concejal implicado también en la supuesta extorsión al empresario lo niega: "Lo hicimos para armonizar esa calle. No se revaloriza ese terreno por esa modificación en el plan. Llegué a decirle a Jesús que lo quitase si eso iba a traerle problemas".
Pero el asunto en el que más hace hincapié Arribas es en la cesión que hizo el Ayuntamiento de una parcela municipal, de 5.000 metros cuadrados, a una empresa que levantó un centro comercial. El contrato estipula el pago de un alquiler de 6.000 euros al mes durante 50 años. Como el acuerdo era muy beneficioso para los empresarios, el equipo de gobierno acordó pedirles un coche oficial que sustituyese al que hay, uno viejo y destartalado. No se encontró la fórmula legal para enmarcar esa donación. "El concejal de Comercio, Ángel Sánchez, vino de la mano de un intermediario entre el Ayuntamiento y el adjudicatario de la concesión. A cambio, estaban dispuestos a pagar 36.000 euros para comprar el coche a la finalización e inauguración del centro comercial. Pero el equipo de gobierno consideró que el coche lo comprara el Ayuntamiento y ese dinero fuera repartido entre los concejales", narra Arribas. La otra parte niega esa versión de los hechos rotundamente.
El resto son asuntos como el abuso del teléfono corporativo, arreglos en el jardín a cargo de las arcas públicas o la contratación a dedo de familiares para empleos municipales. "Estaba harto y cansado de aguantar las presiones diarias sobre la forma de gobernar y las amenazas continuas. O hacía lo que ellos querían o me echaban. Así fue", dice Arribas, que en cierto modo siempre fue visto en el lugar como un forastero. En definitiva, es un ingeniero madrileño que compró hace dos décadas un chalé en El Álamo, un pueblo que eligió al azar, para vivir tranquilamente. Meterse en política, dice, le ha arruinado la vida. Ese podría ser otro de los capítulos de su novela, titulada El Álamo, dos vidas encontradas, si es que la editorial no encuentra un titular más comercial.
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