Dos hermanos quedan enterrados en una zanja y solo uno sobrevive
Un derrumbe sepulta a los dos trabajadores - Los bomberos sacaron el cadáver del pequeño y rescataron con vida al mayor, que pasó tres horas bajo tierra
La tierra se tragó ayer a dos hermanos que rondaban los 40 años. José María y Juan Carlos Ávila, trabajadores de una empresa familiar, quedaron atrapados a tres metros bajo tierra. Los bomberos retiraron la tierra a toda prisa con palas, picos, cubos y hasta con las manos. Tardaron una hora en encontrar al menor de ellos, Juan Carlos, aunque estaba muerto. No lo dijeron en voz alta por si acaso el otro atrapado seguía vivo. "¿Hay alguien ahí?", gritó poco después un miembro del equipo de rescate entre los escombros. "Sí", contestó José María. Estaba enterrado vivo.
El derrumbe ocurrió a las 16.55 en un solar de unos 250 metros cuadrados, situado en medio de una ristra de chalés del barrio de San Blas. Los cuatro hermanos que conforman la empresa Hermanos Ávila rastreaban el terreno en busca de unas filtraciones de agua que afectan a la casa de al lado, según los sindicatos. Había llovido mucho el día anterior y la tierra estaba húmeda. Una vecina, desde su terraza, dice que los escuchó debatir sobre la forma en la que tenían que abordar el problema. De una forma u otra, en el lado derecho de la finca se abrió una zanja y dos de los hermanos cayeron dentro, quedando completamente sepultados. Un tercero logró huir justo en el momento en el que la tierra comenzó a ceder.
"Que el otro hombre esté vivo es casi un milagro", dijo el jefe de bomberos
"La zanja ya estaba abierta, pero con lo que ha llovido...", señala García
A partir de ese momento los bomberos trabajaron a contrarreloj. Para evitar más derrumbes que empeorasen la situación decidieron no utilizar maquinaria para retirar la tierra. Comenzaron a remover frenéticamente con herramientas los escombros. Lo más rápido posible. Turnándose cada pocos minutos. Hasta 25 bomberos participaron en este trabajo.
Una hora después encontraron el cadáver del menor de los hermanos, pero justo debajo parecía estar atrapada otra persona.
Así fue. "¡Está consciente!", dijo uno de los rescatadores al escuchar las palabras del sepultado. Una losa le había caído encima y quizá le salvó la vida. Entre el hormigón y la tierra se creó una bolsa de aire que le permitió seguir respirando y salir con vida tres horas después."Estamos muy contentos porque insisto en que, dadas las circunstancias del accidente, que el hombre esté vivo es casi un milagro", dijo el jefe de bomberos del Ayuntamiento de Madrid, Juan Redondo, aún con el casco puesto. José María estuvo horas aprisionado contra el muro del chalé y atrapado por las piernas por la losa. "Cuando dio una voz de auxilio", continuó Redondo, "con mucho más cuidado hemos ido poco a poco quitando tierra para intentar llegar a él lo antes posible. Lo hicimos con mucho cariño y ternura".
Después de golpear insistentemente con un pico, los bomberos consiguieron mover a un lado la losa. La Unidad Judicial de la Policía Municipal, encargada de investigar los accidentes laborales, grababan en vídeo el rescate y fotografiaban el montículo de tierra que rodeaba la zanja, una montaña de escombros que minuto a minuto no paraba de crecer.
Los bomberos no paraban de mandarle ánimos al atrapado. "Le decíamos 'ya estamos llegando, aguanta. Tienes que resistir'. El peor momento es cuando hemos descubierto que su hermano estaba muerto. Ambos rondaban los 40 años. Le hemos rescatado de la forma más silenciosa posible. Había que mantener al vivo con ánimo y ganas de ser rescatado", explicó Redondo.
El fallecido se encontraba más cerca de la superficie, un par de metros por encima del superviviente, aunque sin ninguna bolsa de aire u oquedad que le permitiese poder respirar. Los investigadores creen que murió en el acto, tras el derrumbe. Tras horas de laborioso trabajo, los bomberos consiguieron desenterrar medio cuerpo a Juan Carlos. Le colocaron un casco rojo que resplandecía cuando ya se había hecho de noche. Sus piernas, sin embargo, continuaban atrapadas. Los facultativos del SAMUR aprovecharon el momento para estabilizarle y proporcionarle oxígeno.
Al fin consiguieron liberarle. Aparentemente estaba ileso. Una multitud de vecinos y curiosos se agolpaba en la calle, una recta de chalés calcados, de dos y tres plantas, algunos a medio construir aún. Vieron cómo lo montaban en la ambulancia y, con las sirenas silenciosas, ponía rumbo al hospital La Paz, donde se le iba a someter a unas pruebas para descartar cualquier tipo de lesión. La gente del vecindario se asombraba de que en ese lugar hubiese ocurrido algo, ya que en los días anteriores no habían visto a nadie dentro.
Sobre el terreno donde se había producido el accidente, en cuya valla se encontraba un cartel de "se vende", estaba tumbado un panel en el que quedaba estampado el proyecto de cuatro viviendas unifamiliares. Uno de los arquitectos señaló que este proyecto quedó paralizado por un problema financiero.
"Estamos a la espera de elaborar el informe con el inspector, pero se sabe que estaban trabajando a cargo del seguro. La zanja estaba abierta de antes y con lo que había llovido el día anterior se convirtió en algo peligroso", comentó Víctor García, coordinador de CC OO.
El jefe de bomberos, para terminar, analizaba el rostro al salir del hombre enterrado durante horas: "Ha salido con una media sonrisa, asustado, con algo de temblores. Pero, felizmente, con vida".
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