Una empresa compra la mayoría de los puestos del mercado de San Miguel
Una veintena de comerciantes se niegan a abandonar sus negociosUn grupo de empresas quiere convertir San Miguel en centro gastronómico y cultural
El singular mercado de San Miguel, situado junto a la plaza Mayor, se ha convertido en el objetivo de un grupo de empresas que pretende comprarlo y convertirlo en un centro gastronómico. Este grupo quiere que, además de comprar como en cualquier mercado tradicional, los clientes de San Miguel puedan degustar alta cocina e, incluso, asistir a exposiciones y recitales bajo la estructura de metal del inmueble, construido entre 1913 y 1916 por el arquitecto Alfonso Dubé y Díez.
Las empresas llevan tres años adquiriendo puestos del mercado y ya se han hecho con aproximadamente el 65% de los 50 que alberga. Pueden hacerlo porque se trata de un mercado privado, según señalan en el Ayuntamiento.
La operación, sin embargo, se ha topado con un problema: las cada vez más altas exigencias de la veintena de comerciantes que se resiste a vender su puesto si no es a cambio de una fuerte suma. La estrategia seguida por la empresa ha sido, hasta ahora, comprar los puestos, mantenerlos cerrados y esperar a que los comerciantes que siguen abiertos se decidan a vender y se marchen. Esto está levantando las protestas de algunos que no son propietarios de su puesto, sino que lo tienen arrendado."Están matando poco a poco la actividad del mercado de San Miguel para quedarse con todo. Esto es una operación especulativa", afirma Manuel Pérez, que gestiona un herbolario. Joaquín Nieves Sánchez tiene una verdulería desde 1980. "A mí me quieren echar. El propietario de mi puesto, con quien tenía un contrato indefinido, lo vendió hace dos años. Desde entonces intentan que me vaya, pero he puesto el asunto en manos de un abogado", explica.
Mientras los comerciantes arrendatarios luchan por mantener la actividad, los propietarios que resisten, unos 20, intentan obtener el máximo beneficio. Las negociaciones, sin embargo, se interrumpieron hace cinco semanas cuando rechazaron los casi cinco millones de euros que ofrecía la empresa para todos ellos. Los propietarios piden siete millones, según han confirmado tres de ellos.
"No vale lo mismo un puesto vacío que uno con un negocio en marcha", explica Vicente Asenjo, dueño de una carnicería. "Mi padre tiene el puesto desde hace 40 años, y de él vivimos tres familias. Yo pido lo que vale el puesto y el negocio que hay en marcha", añade. "No vendo porque no me pagan lo que pido", afirma tajantemente Guillermo Parrado, dueño de una casquería.
Los propietarios rehúyen dar cifras en público de los precios en los que valoran sus puestos. Pero fuentes cercanas a la negociación ofrecen más información. "Los primeros puestos se vendieron hace dos años por unos 100.000 euros, pero desde entonces los precios no han parado de subir. Los propietarios han visto una oportunidad para ganar dinero y cada vez exigen más. Muchos se niegan ahora a vender por debajo de los 360.000 euros", explican estas fuentes.
Montserrat Valle es la propietaria de una de las empresas que pugnan por hacerse con el mercado de San Miguel. Además, es la presidenta del mercado. "Somos un grupo de personas y empresas que queremos revitalizar el mercado", explica. Valle no ofrece más información sobre sus socios ni sobre el nombre de su empresa, aunque dice que son "personas conocidas de la cultura y la gastronomía".
"Nos acusan de estar cerrando puestos y de disminuir la actividad, pero no es cierto. Cuando nosotros llegamos, el mercado ya funcionaba muy por debajo de la actividad deseable. Nuestro proyecto quiere convertirlo en algo parecido a la Boquería [mercado histórico del centro de Barcelona], un mercado tradicional, activo, con productos de calidad, y rodeado de cultura y gastronomía", continúa.
Valle admite que las exigencias económicas de los propietarios le preocupan. "Nos da miedo que esto pueda bloquear un proyecto que será bueno para el mercado, para el barrio y para Madrid", confiesa. "Deseamos que la racionalidad se imponga en todo esto, para el bien de todos. No nos cerramos a ninguna propuesta, pero las cifras económicas de las que se habla pueden llevar el proyecto al bloqueo y la bancarrota", concluye.
Los arrendatarios contrarios a la venta afirman que "San Miguel no puede quedar en manos de una empresa que especule con él". "Éste es un edificio histórico en el que la Unión Europea [UE] y la Comunidad de Madrid han invertido dinero para rehabilitarlo", subraya Manuel Pérez, en referencia a la rehabilitación emprendida en 1998 en el mercado, que costó 1,35 millones de euros. La UE y la Comunidad de Madrid desembolsaron un 80% de este dinero, mientras los comerciantes propietarios pusieron el 20% restante.
Fuentes municipales explicaron, sin embargo, que mientras se respete el edificio histórico y se mantenga su actividad como mercado, las Administraciones públicas no pueden interferir ni tienen nada que decir de la actividad que se lleve en su interior, al ser San Miguel un mercado privado.
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