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Un adiós emotivo a la Casa de la Villa

El ex alcalde Juan Barranco muestra los rincones más desconocidos del palacio

Jesús Sérvulo González

"Esta casa es el reflejo de Madrid, de los madrileños, del Madrid de los Austrias... del origen de la ciudad". Es la definición que hace Juan Barranco, alcalde de Madrid entre 1986 y 1989, de la Casa de la Villa. Este edificio acogió hasta ayer las dependencias de la alcaldía de Madrid, trasladadas ahora al Palacio de Telecomunicaciones, en Cibeles. El socialista Barranco nunca olvidará el palacio situado en la plaza de la Villa número 4. Una casa que fue testigo de sus andanzas políticas durante más de 15 años. El ex regidor recorrió ayer las entrañas de este edificio recordando su historia. EL PAÍS también invitó a visitarlo al ex alcalde del PP José María Álvarez del Manzano, quien declinó el ofrecimiento.

Barranco vivió en la Casa de la Villa los años de la incipiente democracia, de la movida, de la transformación de la ciudad. "Cuando llegamos había barrios enteros sin saneamiento, sin asfaltar. Sólo había barro", recuerda. Este político ha cambiado sus batallas en el salón de plenos del Consistorio por las discusiones en el Senado.

Concebida como cárcel

"Cuando entré en el edificio por primera vez me sobrecogí", asegura. Barranco tenía entonces 36 años. "Tiene tanta solemnidad. Es tan emblemática...", añade con una voz afilada por días de debates. La Casa de la Villa se terminó de construir en 1696. Fue concebida como una cárcel. "Antes de eso, los concejales se reunían en un zaguán de la iglesia de El Salvador", ilustra Barranco. El ex alcalde se transforma en profesor de historia y explica la biografía de cada esquina de la plaza de la Villa. "Allí fue encarcelado Francisco I de Francia, es la Casa de los Lujanes", cuenta señalando a la pequeña torre mudéjar frente al antiguo Ayuntamiento. La Casa de la Villa ganó espacio cuando en el siglo XVI se unió con la renacentista Casa de Cisneros.

Al acceder al viejo Ayuntamiento, una tormenta de recuerdos inunda la cabeza de Barranco. "¡Uff...!", suspira casi sin parar de hablar: "Mira las vidrieras", dice señalando el techo del patio de cristales. "En aquella esquina cayó un obús durante la Guerra Civil. Y ése es el pasillo que conduce al despacho del alcalde, lo recorrí muchas veces para despachar con Tierno Galván [regidor socialista de 1979 a 1983] y también como alcalde".

"Ahí me senté yo durante muchos años. Y justo allí, Álvarez del Manzano. Detrás de éste, Gallardón", revela en el salón de plenos. Aquí los grupos políticos municipales debaten una vez al mes los asuntos de la ciudad. Este salón mantendrá sus funciones hasta abril de 2009, cuando esté terminado el nuevo salón de plenos en el Palacio de Telecomunicaciones, en Cibeles.

La bancada es de madera. Los frescos del techo, imponentes. "En la mesa presidencial, desde donde el alcalde dirige los plenos, había una edición muy valiosa de la Constitución. Pero un día desapareció", cuenta. El ex alcalde recuerda que este salón, vestido por telas de terciopelo rojo, padeció una gotera durante casi una legislatura completa. "Cada vez que llovía...".

Su momento más duro: "Cuando me presentaron la moción de censura porque el tráfico estaba mal", se justifica. "Antes había más debate sobre la ciudad. Los vecinos acudían al pleno y tenían turno de palabra. Ahora eso no existe", precisa.

Detrás del salón de plenos hay una sala en penumbra que luce unos frescos restaurados hace no mucho tiempo. "Es la capilla. Cuando Álvarez del Manzano estaba en la oposición pidió un despacho más grande. Le dimos la capilla. Él es muy beato y además siempre se quejaba del exceso de luz". Y allí, en esa capilla sin culto, pasó unos años el político popular antes de convertirse en alcalde.

Rápido por el despacho

Cuando Barranco accede al despacho del alcalde se pone nervioso. "Aquí rápido, ¿eh?", dice inquieto. "Está igual que hace unos años. Los cuadros, la mesa...". Y al lado, una pequeña estancia donde aguardaban las visitas. Un cuadro muy colorido representa una corrida de toros en la plaza Mayor.

Barranco recorre la biblioteca, que está "en perfecto estado de revista", según un funcionario con casi 40 años de servicio. Deja atrás la sala donde se celebraban las Juntas de Gobierno, descubriendo que los sillones que circundan la mesa son los de hace 20 años. "En éste me sentaba yo y en este otro, Tierno", dice dando más relevancia a su época como brazo derecho del viejo profesor que a la suya como alcalde.

Barranco descubre otra sala con retratos de ex alcaldes, incluido el suyo. Y señala al de Pedro Rico, que luce un cinturón con los colores de la bandera republicana. "La franja morada estaba pintada de rojo. Un concejal del PP se dio cuenta y se restauró", revela. El ex alcalde llega al salón de tapices. "¡Qué maravilla. Aquí teníamos recepciones con reyes y jefes de Estado... Cuando venían políticos americanos se sorprendían al descubrir un edificio del siglo XVI. Gallardón debería mantener aquí el pleno y el despacho del alcalde", concluye.

El ex alcalde Juan Barranco, en la antigua capilla situada detrás del salón de plenos.
El ex alcalde Juan Barranco, en la antigua capilla situada detrás del salón de plenos.ULY MARTÍN
Un paseo por las dependencias del Ayuntamiento de Madrid durante los últimos cinco siglosVídeo: JESÚS SÉRVULO / PAULA CASADO

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Sobre la firma

Jesús Sérvulo González
Redactor jefe de Economía y Negocios en EL PAÍS. Estudió Económicas y trabajó cinco años como auditor. Ha cubierto la crisis financiera, contado las consecuencias del pinchazo de la burbuja inmobiliaria, el rescate a España y las reformas de las políticas públicas de la última década. Ha cursado el programa de desarrollo directivo (PDD) del IESE.

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