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Reportaje:arte

Otoños de museo

En la calle se resiste a llegar. Pero quien ansíe la estación de colores ocres siempre puede acudir a las pinacotecas de Madrid. Y verla con ojos de artista

El otoño es cambio, renovación, la preparación como anticipo del frío. Pero también es la estación más violenta para la vista, el momento del año en el que el rojo, en todos sus tonos y matices, explota en una naturaleza que muere para renacer. Por eso ha sido una de las estaciones más sugerentes para los artistas de todas las épocas.

Los museos madrileños del Prado, Thyssen-Bornemisza, Cerralbo y el Centro de Arte Reina Sofía custodian interpretaciones del otoño tan alejadas entre sí como los artistas que las ejecutaron. Están los acercamientos de Francisco de Goya o del enigmático Juan Fernández, El Labrador, que recurren a la vendimia, un símil tradicional en la iconografía europea. También los pintores de la Escuela del Río Hudson: imposible obviar la brutal naturaleza de Estados Unidos en otoño.

No faltan las exploraciones de color de los expresionistas centroeuropeos de principios del siglo XX en busca de una emoción. Y tampoco los viajes abstractos que estructuraron otra gramática con la que interpretar esa misma naturaleza.

El cuadro 'El arco iris' por Worthington Whittredge está en el Museo Thyssen-Bornemisza. Whittredge se formó en Alemania y era miembro de la Escuela del Río Hudson.
El cuadro 'El arco iris' por Worthington Whittredge está en el Museo Thyssen-Bornemisza. Whittredge se formó en Alemania y era miembro de la Escuela del Río Hudson.WORTHINGTON WHITTREDGE

Ocio posimpresionista

- En Otoño, Maurice Prendergast, pintor nacido en Canadá pero residente en Boston desde su infancia, recoge una de las escenas de ocio que lo han hecho famoso. El tono rojizo de las hojas de los árboles permite identificar la estación del año. La obra sigue un esquema compositivo muy usado por el autor, consistente en un paisaje creado a base de franjas horizontales "sobre las que teje un motivo rítmico de acentos verticales", en palabras del historiador del arte Kenneth. W. Maddox. Las formas se simplifican en la obra de este artista posimpresionista. Se ha dicho de su pintura que evoca la calidad de los tapices o de los mosaicos.

Expresión vitalista

- Emulando los pasos de Gauguin en su huida de la civilización y la búsqueda de lo primitivo, los artistas del movimiento expresionista Die Brücke (El Puente) se alejaban cada verano de Dresde hacia la orilla del mar del Norte. En verano de 1907, Karl Schmidt-Rottluff, uno de sus fundadores, viajó a Dangast, en la región de Oldenburg y pronto animó a su amigo Erich Heckel, otro destacado miembro de Die Brücke, para que siguiera sus pasos. En su rechazo de los valores burgueses, ligados a la ciudad, ambos artistas pintaron al aire libre algunos de sus paisajes más memorables. Paisaje de otoño en Oldenburg, realizado en 1907 durante la primera estancia de Schmidt-Rottluff a Dangast, refleja, con su brillante paleta de colores básicos y su dramática pincelada, el compromiso de un grupo que aspiraba a un arte vitalista que renunciaba a toda tradición.

El lenguaje natural

- La obra de Pablo Palazuelo (Madrid, 1915 - Galapagar, 2007) es una ruptura con la mirada tradicional sobre el paisaje y la búsqueda de otra de carácter científico. Las primeras influencias de este pintor y escultor español, formado en Inglaterra y Francia, están en la pintura cubista de Mondrian y Paul Klee. Este último le conducirá por el camino de la abstracción. Otoños ilustra la búsqueda de definición y concreción de estilo y vocabulario artístico de Palazuelo, que entendía el arte como un lenguaje humano creado a partir del lenguaje universal de la naturaleza.

Colores con vida propia

Emil Nolde pintó esta obra en Utenwarf, localidad situada en Jutlandia del Sur que, tras la I Guerra Mundial, pasó a integrarse en Dinamarca. La pintura representa el paisaje llano de la zona, siempre cargado de nubes. En la saturación de los colores que, como escribe en su autobiografía "tienen vida propia, lloran o ríen, sueñan o juegan", resuena experimentación expresionista de principios de siglo XX. De hecho, Nolde participó brevemente en el movimiento Die Brücke.

El gesto de Saura

- Tras haber formado el grupo El Paso, uno

de los primeros movimientos vanguardistas

de la España de la posguerra, que introdujo las premisas del informalismo y del expresionismo abstracto, Antonio Saura viajó a París en 1954 para "trabajar con el grupo surrealista". Memoria de otoño, obra de este periodo, denota el gestualismo que será

ya un rasgo dominante

de su lenguaje.

Jovialidad goyesca

- El otoño o La vendimia es uno de los cartones que Goya pintó para la Real Fábrica de Tapices, donde empezó a trabajar apenas llegó a Madrid en 1775. La vendimia aparece como alegoría del otoño, una representación común en la iconografía occidental. De acuerdo con la ficha de la obra, que custodia el Museo del Prado con el grueso de la obra del pintor aragonés, "es una de las más bellas y difundidas composiciones de todas las series de cartones de Goya, en la que la estructura piramidal

y los recuerdos de la estatuaria antigua en las figuras definen el estudio de la tradición artística clásica por parte del pintor".

El misterio de los detalles

- Este pequeño óleo es obra de uno de los artistas más enigmáticos del siglo XVII. De Juan Fernández, El Labrador, solo se conoce su nombre y que vivió en la provincia de Madrid alrededor de 1630. Existe constancia de que vivía en las afueras y que acudía periódicamente a la ciudad a vender sus obras. Llama

la atención la atmósfera, casi etérea, y el detalle de la piel de

las uvas.

Trazos de Nueva York

- Nacido en Ohio, Worthington Whittredge, miembro de la Escuela del Río Hudson, se formó en Alemania y vivió 10 años en Europa antes de establecerse en Nueva York. Tras viajar entre 1867 y 1870 por el oeste de Estados Unidos, se dedicó de nuevo a pintar el paisaje de Nueva Inglaterra y la región neoyorquina de Catskills.

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