Nadar con impermeable es renunciar a la medalla
¿Cómo creen que se encuentra hoy Juan Urbano, siendo como es filósofo y del Real Madrid? Pues igual que ayer, es decir, tan abatido que mientras camina por la calle de Alberto Aguilera podría desatarse los zapatos tirando de los cordones con los dientes. Porque en estos momentos es un hombre noqueado que lo único que repite es "Alí Barça y los 40 ladrones, Alí Barça y los 40 ladrones, Alí Barça y los 40 ladrones...", igual que si eso fuera una oración al revés, es decir, una maldición, y que se ha comprado una camiseta roja del Manchester United para ver la final de Wembley hecho un inglés, y para ser más exactos uno que tenga en su habitación un póster de Wayne Rooney, lleve a George Best tatuado en el hombro, use ropa interior con la bandera de Reino Unido estampada y sea cliente asiduo del peor pub de su ciudad. Está fatal y no le sacas de la cabeza los episodios del robo, especialmente el gol anulado en el Camp Nou a Higuaín por falta a Cristiano Ronaldo, "y he dicho a, no de", repite, "lo cual es digno de un poema de André Breton, pero uno de esos de escritura automática, tan incomprensible que sería más fácil tocar el violín con una cuchara sopera que tratar de entenderlo". Ya lo ven, a mí el fútbol me encanta pero no me importa, mientras que a él le deprime tanto perder que siempre encuentra injustas las derrotas.
Hemos cambiado las banderas por camisetas de fútbol y el "no nos moverán" por el "oé, oé, oé"
"Ahí estaba la Cibeles por si acaso ganábamos", dice, y eso me hace pensar en el modo en que el deporte es el último reducto de la alegría en los países en horas bajas. Antes las calles se llenaban para protestar por algo, para combatir, por ejemplo, algún ataque a los derechos de los trabajadores o algún abuso de poder de los gobernantes, y ahora solo se llenan para celebrar un Mundial o una Copa de Europa, es decir, que hemos cambiado las banderas por camisetas y "el no nos moverán" por el "oé, oé, oé", lo cual seguramente significa algo.
En Madrid ya no nos queda ningún título que lograr, pero al menos no nos vamos de vacío como en los últimos años, tenemos la Copa, y además lograda en el mejor partido de fútbol que se ha visto por aquí en mucho tiempo. Así que tendremos que dedicarnos a pensar en el baloncesto y en las elecciones, que como para la gente de izquierdas tiene la misma pinta que para los seguidores del Real Madrid la eliminatoria de la Champions League quizá no sería mala idea utilizarla como lección. ¿Qué pasó en el terreno deportivo? Que el Madrid pagó caro el miedo a su rival en Chamartín, pero cuando le jugó de tú a tú en su casa solo empató porque el árbitro le impidió vencer.
¿Se dará cuenta de eso, por ejemplo, Tomás Gómez y tratará de mirarle a la cara a Esperanza Aguirre mientras ambos compitan por presidir la Comunidad? ¿Conseguirá salirse de los carriles de la corrección política y decir lo que piensa en lugar de lo que considera menos fácil de atacar? "Pues claro", dice de pronto Juan Urbano, "nadie gana una medalla tirándose a la piscina con impermeable, y pelear con miedo es ser medio desertor, porque el 50% de ti trabaja para el enemigo". Aleluya, lo habíamos perdido y ha vuelto. No hay nada como la política para quitarte las cosas importantes de la cabeza.
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